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Crónica

La fiesta del sábado de Carmen Lomana: Un adiós papal y una Virgen que me rompió el alma

«Esta Semana Santa, la imagen de mi Virgen de Zamarrilla se me quedó en el corazón», destaca la socialité

Carmen Lomana en la Semana Santa de Málaga Carmen Lomana

El lunes Santo, después de unas semanas de muchísimo trabajo y mal tiempo, aterricé en Marbella. Fue como llegar al Paraíso: sol, mar, tranquilidad absoluta y una sensación de alivio que no puedo describir. El martes, Amparo de la Gama me pidió presentar mi nuevo libro «Pasión por la vida» en el Trocadero Arena, que es un lugar precioso. La respuesta a la invitación fue estupenda y siempre estaré muy agradecida, pues se llenó el recinto hasta el punto de que ya no teníamos ni sillas para sentar a los que acudieron: muchas amigas y amigos, también bastante gente de Madrid que estaba en Marbella para pasar las vacaciones. Yo quise que fuese un buen rato entre amigos, con mucho humor, comentando anécdotas del libro, en el que también hay mucho drama, pero prefiero quedarme con la parte más feliz. Como dice la canción de Alaska: «No quiero más dramas en mi vida». El resto de mis días marbellíes fueron descanso, lectura, procesiones, cenitas y almuerzos con amigas y amigos. Me entusiasma ir el Jueves Santo a Málaga, visitar y esperar la salida de mi cofradía, la Virgen Coronada de la Amargura, conocida como Zamarrilla, que era el nombre de un bandolero. Cuenta la leyenda que, estando perseguido por la policía, se encontró con una pequeña ermita en la que había una imagen de la Virgen. Se escondió dentro de su falda y su manto, no pudiendo ser encontrado. Al salir de su escondite, en agradecimiento, cortó una rosa que clavó con un puñal en el vestido de la imagen. La rosa era blanca, pero se convirtió en roja con la sangre de María. El bandolero, impresionado, se arrepintió de su vida, arrodillándose ante la imagen y prometiendo un cambio radical. Tan radical fue que ingresó en un convento y profesó como monje, donde permaneció hasta su muerte. La imagen de mi Virgen de Zamarrilla se me quedó en el corazón. La he acompañado con mantilla hace unos años, con una emoción indescriptible que todavía hoy me conmueve. Marifé de Triana, reina de la copla, le cantó un precioso romance que les aconsejo buscar en Google. «Romance de Zamarrilla» se llama. Estas historias relacionadas con la Semana de Pasión me encantan.

La emoción y sorpresa de este año ha sido la muerte del Papa Francisco. Nos dio su última bendición Urbi et Orbi y se nos fue. Ha causado una enorme conmoción en el mundo. Fue un Papa progresista que huyó del boato y del protocolo del Vaticano, consiguiendo al menos en parte vivir en la doctrina de Jesús, de una forma sencilla y humilde. Cada Papa nos deja su impronta y personalidad.

Ratzinger, a mí me encantaba. Era benedictino, un intelectual, de un refinamiento maravilloso. Adoraba su elegancia y sus maravillosos zapatos de terciopelo. Hoy sábado enterrarán a un buen Papa: un jesuita de la doctrina de la liberación, también un reformista, que dio paso a la mujer en el Vaticano, intentando afrontar el problema de la pederastia en la Iglesia y condenándolo sin reservas. ¡Queda mucho por hacer! Ahora nos espera el Cónclave. Ese mundo inexpugnable que la película del mismo nombre nos ha ayudado a conocer un poco. Me pareció fascinante y de una belleza estética enorme. El final no puedo contárselo, pero les sorprenderá. Espero que el próximo Papa sea joven y europeo y sobre todo que sepa gestionar la tradición y modernidad sin olvidar la esencia de nuestra religión. Que Dios los bendiga.