Éxito fácil

El impacto psicológico de los realities en la vida de los famosos: ansiedad, depresión y "síndrome del juguete roto"

Este tipo de programas también puede convertirse en una trampa que destruye la imagen pública y la estabilidad personal de sus participantes

Adara Molinero llorando
Adara Molinero llorandoMediaset

Desde "Gran Hermano" hasta "La Isla de las Tentaciones" o "Supervivientes", la televisión ha sido una catapulta para muchos desconocidos que han saltado a la fama de la noche a la mañana. Sin embargo, este tipo de programas también puede convertirse en una trampa que destruye la imagen pública y la estabilidad personal de sus participantes.

Realities como trampolín a la fama

Algunos de los rostros más reconocidos del panorama televisivo han surgido de los realities. Programas como "Gran Hermano", "Supervivientes" o "La Isla de las Tentaciones" han dado visibilidad a personas que, de otro modo, jamás habrían tenido acceso a los medios. Estos formatos permiten a los concursantes conectar con la audiencia a través de su personalidad y vivencias, lo que, en muchos casos, les abre puertas en el mundo del espectáculo, la moda o las redes sociales.

Jorge Javier Vázquez
Jorge Javier VázquezGtres

Ejemplo de esto es Jorge Javier Vázquez, cuya popularidad creció a la par del auge de los realities, o figuras como Cristina Pedroche, quien encontró en "Sé lo que hicisteis" una plataforma tras su paso por concursos.

La sobreexposición y sus peligros

No todos los participantes de realities logran gestionar su repentina fama. La sobreexposición mediática puede generar problemas emocionales, ataques en redes sociales y la imposibilidad de separar la vida privada de la pública. Casos como el de Omar Montes, que pasó de ser un concursante polémico a convertirse en una estrella de la música, muestran cómo algunos logran capitalizar su momento de fama.

Omar Montes en su concierto en Vistalegre
Omar Montes en su concierto en VistalegreCortesía

Sin embargo, no todos corren con la misma suerte. Exconcursantes como Noemí Merino (GH 12+1) o Andrea Gasca (La Isla de las Tentaciones) han denunciado el acoso que sufrieron tras su participación en estos programas.

El fenómeno de la fama exprés

Muchos de los participantes de realities logran contratos publicitarios, colaboraciones en televisión o miles de seguidores en redes sociales. Sin embargo, esta fama muchas veces es efímera. Con la rapidez de las nuevas plataformas, lo que hoy es tendencia mañana puede ser olvidado.

Ylenia Padilla, en una imagen de archivo
Ylenia Padilla, en una imagen de archivolarazon

Figuras como Ylenia Padilla han experimentado altibajos en su carrera televisiva tras su participación en realities. Su popularidad creció con Gandía Shore y GH VIP, pero su presencia en los medios ha ido disminuyendo con el tiempo.

La presión de la audiencia y los medios

La constante atención de los medios puede ser devastadora. Muchos concursantes se ven obligados a mantener su personaje mediático incluso después de que los focos se apaguen. La presión de generar contenido para redes sociales, mantener contratos publicitarios y no perder relevancia puede derivar en ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental.

Adara Molinero da un paso atrás y decide continuar en “Supervivientes All Star”
Adara Molinero da un paso atrás y decide continuar en “Supervivientes All Star”Telecinco

En algunos casos, la imagen pública se deteriora tanto que la persona decide alejarse del foco mediático. Un ejemplo reciente es el de Adara Molinero, quien ha expresado en diversas ocasiones la dificultad de lidiar con la exposición tras su paso por Gran Hermano VIP y Supervivientes.

¿Bendición o maldición?

Participar en un reality puede ser una oportunidad única o un arma de doble filo. Mientras algunos logran construir una carrera estable y rentable, otros se ven atrapados en una vorágine de escándalos, polémicas y problemas emocionales.

La opinión del experto

Para Belén Sánchez, psicóloga del centro Eira "lo que empieza como una simple experiencia televisiva puede convertirse en una auténtica montaña rusa emocional, llena de éxitos, exposición mediática y, en muchos casos, el olvido. Los seres humanos estamos diseñados para adaptarnos poco a poco a los cambios, pero en el caso de la fama televisiva, este proceso ocurre de forma inmediata. Estas personas pasan de ser completos desconocidos a ser reconocidos por millones de personas generando una validación inmediata: seguidores en redes sociales, propuestas laborales, entrevistas y admiradores que elevan al participante a una categoría de estrella. Sin embargo, esta validación no se construye sobre el talento o el esfuerzo, sino sobre la imagen que proyecta el espectáculo, lo que puede resultar en una identidad frágil y dependiente de la aprobación externa".

Además asegura que "en muchos casos, esta fama no se alcanza por el talento, sino por la exposición de la vida privada. Esto convierte a los participantes en figuras vulnerables al escrutinio público. Su intimidad se convierte en material de consumo, y cualquier error o rasgo de su personalidad puede ser amplificado en redes sociales y programas de entretenimiento. Entre las consecuencias más comunes que experimentan muchos participantes, encontramos varios efectos emocionales bastante profundos. Uno de los más frecuentes es la ansiedad social, ya que la presión por mantener una imagen perfecta se convierte en una constante. La sensación de estar siendo juzgado por cada detalle puede generar una ansiedad que los acompaña todo el tiempo".

"Otro problema es la despersonalización. Muchos sienten que han perdido el control sobre quiénes son realmente y se ven reducidos a un personaje que no han creado ellos mismos, sino que les ha dado la televisión. Y cuando el reality termina, algunos caen en lo que llamamos estrés post-reality. Se enfrentan a la dificultad de gestionar la fama, lo que puede llevarles a sufrir episodios de ansiedad, insomnio o incluso depresión, ya que no saben cómo lidiar con la abrupta transición", reflexiona la experta.

"A esto se suma la dependencia de la validación externa. Al depender tanto de los "likes" o seguidores para sentirse valorados, la autoestima queda atrapada en lo que otros piensan de ellos, y esto puede crear una sensación constante de inseguridad. Por último, la pérdida de privacidad es otro gran reto. Los participantes dejan de ser dueños de su vida privada. Cualquier detalle personal que antes era solo suyo, ahora es público, y esto puede hacerles sentir vulnerables y fuera de control", destaca la doctora.

Otro de los problemas a los que se enfrentan es el "síndrome del juguete roto" que se puede describir cómo las personas sienten que han sido usadas y descartadas por la industria del entretenimiento, lo que puede generar sentimientos de fracaso, inutilidad y desesperanza."Para evitar esta caída, algunos recurren a estrategias poco saludables como la polémica en redes sociales o la exposición excesiva de su vida privada, buscando mantenerse en el centro de atención. Sin embargo, esta búsqueda desesperada de relevancia solo puede derivar en una espiral de frustración y dependencia emocional de la opinión pública. Por lo tanto, creo que es evidente que, aunque los realities pueden ser una plataforma para alcanzar el éxito, también conllevan riesgos emocionales importantes. La fama repentina puede generar una gran euforia, pero también puede desencadenar ansiedad, estrés y una dependencia insana de la validación externa", concluye.

La pregunta sigue en el aire: ¿merece la pena ganar visibilidad a costa de exponer la vida privada? La respuesta dependerá de la capacidad de cada participante para gestionar la fama y las consecuencias de su paso por la televisión.