Confesiones sin absolución

Patricia Pérez: "Quiero mucho a mi marido, Luis Canut"

Dos años después de que su marido perdiera la vista, la periodista y naturópata vuelve a la tele y lo compagina con sus consultas

Patricia Pérez
Patricia PérezCedida

Si hubiera que etiquetarla, podría decirse de ella que es una «persona vitamina». O lo que es lo mismo: charlar con Patricia Pérez (Pontevedra, 1973) beneficia seriamente la salud. Y no solo porque sus conocimientos de nutrición y estética natural sean oro molido. Sobre todo por su discurso vital, repleto de sabiduría y de conciencia. Tuvo que echar mano de ambas cuando a su marido, Luis Canut, le diagnosticaron meningitis criptocócica hace dos años. Y para todo lo que vino después. De aquel imprevisto vital, que dejó invidente a su pareja, surgió su regreso a la televisión, donde actualmente colabora en «TardeAR» y «De Viernes», en Telecinco. Una oportunidad laboral que la tiene a caballo entre Valencia y Madrid y con las prioridades intactas: cuidarse y celebrarlo todo con Luis.

Puede presumir de formar parte esa tele de los 90, tan creativa y que agrupaba familias. Desde esa casilla,¿cómo ve lo que se cuece ahora?

Veo que me hago mayor, porque veo cosas y me pregunto «¿esto cómo puede ser?». El entretenimiento es otra cosa. También intento aprender y me dejo llevar, porque no siempre lo que hemos vivido es lo mejor.

¿Qué le está aportando sus nuevos formatos televisivos?

No es que tenga un papel conciliador, es que soy así, puedo no estar de acuerdo con ellos, pero no soy juez. Nunca me he planteado metas profesionales; que sigo así, estupendo, que se abren otras puertas, estupendo también. Sigo en mi consulta, con mi marca de complementos alimenticios…Cuando empecé en la tele procuré tener un plan B. He ganado mucho, he ganado menos y ahora estoy en una situación buenísima. Hay gente que le encanta tener ocho bolsos de Chanel. Yo me conformo con uno. Y soy feliz en una isla perdida en Galicia, me encanta la vida sencilla con mis amigos. Me siento millonaria, porque lo que quiero me lo compro.

¿Cómo lleva el trajín de vivir en Valencia y trabajar en Madrid?

Paso consulta en Valencia y Madrid y por eso tengo dos casas. Empecé a vivir en Valencia porque cuando saco mis libros daba muchas charlas allí. Y un día al bajar del AVE pensé «qué luz tan bonita tiene esta ciudad». Monté consulta e iba una vez a la semana hasta que Luis y yo decidimos vivir allí antes de la pandemia. Es fácil porque no tengo hijos y eso quita mucho peso. Lo hice para ganar tiempo y no pasar media vida en los atascos de la M-30.

Una alergia le convirtió en experta en nutrición ortomolecular, nutrigenética y nutrigenómica. Además, ha escrito cuatro libros. ¿Qué deberíamos incorporar a nuestra dieta y qué desterrar?

Siempre tenemos que comer los alimentos sin envasar. Cuanto más frescos, mejor. Si podemos, usar aceite de oliva virgen extra. Y es muy importante comprar sal sin refinar, porque la diferencia es abismal.

Si uno es lo que come, ¿qué es usted?

Un batiburrillo de frutas y verduras. Luego, tomo proteína, cereales y procuro que mi compra sea de temporada y ecológica.

En otro de sus libros, «Yo sí me cuido», desvela trucos de belleza. ¿Algún descubrimiento reciente?

El aceite de lino es buenísimo para el pelo y ayuda a mantener el rizo. Me encanta la cosmética natural, no uso cremas. Utilizo rosa moqueta, aceite de coco, de caléndula y miel para la cara. Tampoco uso dentífrico y a la gente le llaman la atención mis dientes blancos. Uso bicarbonato.

Su marido, Luis Canut, padece meningitis criptocócica desde hace dos años. Una enfermedad que han visibilizado, publicando en redes sus avances leyendo Braille. ¿Qué les ha enseñado este sobresalto vital?

Esta meningitis que sufrió le provocó muchos efectos secundarios, estuvo muy malito. Como Luis tiene Instagram y sus seguidores le preguntaban al no verle en muchos días. Entonces decidí contar su historia y se hizo viral. Lo que nos ha pasado te conciencia mucho más, de las discapacidades, los accesos… Debemos tener conciencia de que todos somos iguales y tener empatía.

Estuvo cinco meses al pie de su cama. ¿Cuáles fueron los mayores miedos y qué conquistas le emocionan?

El mayor miedo no fue en el hospital, porque ahí te quedas en shock. Lo único que no quería era que se muriera y luego le pedía a la Virgen y a todos que sobreviviese, pero que no perdiera su capacidad de reconocerse. Nunca le dejé solo porque perdió la noción de la realidad. Yo le aseaba, le lavaba los dientes…Tuvo que volver a aprender todo, no sabía comer y tardó seis meses en ponerse un cinturón. Cuando empezó a tener más fuerza, le cogí un entrenador personal. A él aún le queda y yo lo hago todo para que mejore. Nos hemos apuntado a claqué para mejore su equilibrio, toca el piano para estimular nuevas vías neuronales… ¿Una conquista? Pues lo contento que salió de claqué ayer, o que le haga una comida y me diga «¡qué rico!». Luis ya es un ciego independiente. Come solo con sus amigos. Le admiro muchísimo y nos llevamos muy bien. Si ya lo celebrábamos todo antes, imagínate ahora.

¿De qué se siente orgullosa?

De ser feliz. Me alientan pocas cosas que no sea estar bien conmigo y en mi entorno, mis amigos, a los quiero cada día más. Tener patrimonio me da tranquilidad. He hecho el camino que quería y he dicho que no a cosas. Mi vida de ahora me reafirma en las decisiones que tomé.