Gastronomía

Ronda de bares: La Ponderosa: religión de la barra en Cuenca

Angelito, con apenas 15 años, la fundó junto a su hermano Rafa, a quien aún se recuerda por su casticismo apabullante

La Ponderosa Calle San Francisco 20 Cuenca Tel.: 969.21.32.14
La Ponderosa Calle San Francisco 20 Cuenca Tel.: 969.21.32.14.

Para este defensor de Cuenca —como para tantos viajeros de fe líquida— todo empieza y acaba en La Ponderosa. Aunque él mismo admite que hay más vida, cuesta apartarse de este templo. La barra de museo, abierta en 1973, ha sido tan cantada que alguno podría pensar que es cuento chino o exageración tabernaria. Pero aunque lo fuera, qué hermoso sería compartir ese ditirambo colectivo que es comer y beber en La Ponderosa.

Angelito, con apenas 15 años, la fundó junto a su hermano Rafa, a quien aún se recuerda por su casticismo apabullante. Sin banquetas, sin café, pero con barra y bocado noble. La fórmula fue infalible: jamones colgados, mariscos viajeros, la gran merluza, las memorables cocochas. Pellizcos de cocina castellana con un nivel de excelencia que fundó escuela.

Ángel, con orgullo de tabernero de raza, lo resume así:

—¿Qué pensabas? ¡Estamos en La Ponderosa!

Con el tiempo, Rafa nos dejó, pero la casa sigue firme. Lo sabe quien ha compartido copa y charla con los Millán, como mi maestro Lorenzo Díaz, en los pasillos de Fenavin o entre carcamusas y picardías conquenses. El alma permanece: Vega Sicilia sigue corriendo como si no hubiera mañana, el tomate brilla como un escaparate, y la cocina sirve joyas: mollejas, torreznos de papada, caracoles a la plancha, huevos con pimentón, y todos los frutos micológicos que Cuenca regala.

Desde la pandemia, hay unos taburetes:

—Puse mesas. Al quitarlas, dejé asientos para los clientes de toda la vida. Pensé: “voy a darles algo de placer” —dice Ángel.

Ese placer se confirma en el porrón de blanco con agua carbonatada, en las charlas con Valero o Pepe Ibáñez, que aún evocan cuando corría el champán y Mari Carmen y sus muñecos pasaban por allí.

Una casa que solo abre de lunes a jueves y cierra el viernes a mediodía.

—Cuando la gente gasta —se ríe Angelito.

Y nosotros, con él.