
Confesiones sin absolución
Álex Corretja: «Creen que si ganas diez millones entonces no te puedes quejar»
Hablamos con la voz del tenis español para aplaudir el «milagro» Carlitos Alcaraz y hablar de su propio camino
en las canchas

Casi 20 años poniendo la voz a nuestro tenis, Álex Corretja (Barcelona, 1974) es más él que nunca. Apasionado, cercano, sensible, locuaz… Como si ser presentador en Movistar Plus+ le llenara tanto como cuando era el segundo mejor tenista del mundo. Y va a ser que sí. «Vivo en el presente, mi etapa de tenista no la recuerdo en mi día a día y estoy centrado en ser comentarista. Lo hago con pasión y no para salir por la tele. Igual que si hago un directo de Instagram tampoco es para subir seguidores sino porque la gente me lo dice. De hecho, Martina siempre me pide que haga más». Con esa naturalidad que cautiva, el catalán -pareja de la modelo y empresaria Martina Klein y padre de tres hijas-, también se va a sincerar sobre espinas clavadas, el fenómeno Alcaraz, la salud mental o lo que le ha costado decir «te quiero».
¿Qué cualidades le debe a haber practicado tenis desde chiquitín?
Indudablemente, llevo unos valores que me han inculcado en casa: el respeto, la educación… Recuerdo que en mi etapa de tenista llamé a mis padres desde Miami cuando gané un premio a la deportividad y se pusieron a llorar. Intento aportar eso, mis conocimientos y noto un crecimiento, cada vez soy más yo. Me paro a hablar con todo el mundo. Mi mujer siempre cree que los conozco. Quizá tenga que ver esto con que mi padre fue profesor y director de escuela, y nos ha explicado las cosas muy bien, y mi madre es muy sensible, y quiere que seamos cuidadosos. Lo que está claro es que a todos no les voy a gustar.
Llegó a ser número dos del mundo. ¿Alguna espina clavada?
Mi espina clavada es no haber ganado Roland Garros o haberme quedado a tres partidos de ser número 1. Dicho esto, a día de hoy ni me acuerdo de que fui tenista.
Acaba de ver coronarse a Carlos Alcaraz el US Open y días después narró la épica española en la Copa Davis. ¿Estamos ante nueva edad de oro del tenis?
La edad de oro del tenis español ha sido anterior pero lo de Alcaraz es un milagro, algo incomprensible, somos muy afortunados de tener otro referente mundial después de Nadal, porque son muy distintos a nivel personal y tenístico. Deberíamos aprovechar esto para que el tenis llegue a los colegios. No pretendo que salgan niños profesionales de ahí, pero sí que sus valores se promocionen.
Ha dicho que Alcaraz es un regalo para el deporte de la raqueta. ¿Qué le hace único?
Es un regalo para el mundo. Es único en su forma de pensar, de actuar, en su naturalidad, es super difícil jugar al tenis sonriendo como hace él. Cuando no está a gusto intenta buscar soluciones de forma sana. La épica y el sacrificio están muy bien pero vamos a divertirnos aunque por medio haya sufrimiento.
Del murciano se ha puesto en duda cómo se divierte. Qué entienda el tenis «a su manera». ¿Los títulos le están dando la razón?
Carlos, a medida que se ha metido en el tenis, se ha ido dando cuenta de que los números de todos son estratosféricos y su objetivo deber ser llegar a su máximo, sin mirar a nadie. Ahora todo el mundo puede decir lo que quiere de otro. Opinan sin tener ni idea. A mí las redes me tratan increíble, pero muchas veces cuelgo una foto y luego no la miro tres días para evitar estar pendiente de lo que digan otros.
Otro campeón, Zverev, abrió el debate de la salud mental y le llovieron las críticas. ¿Ve necesarios estos gestos?
Tú te has de abrir al cien por cien, porque lo que siente él lo sienten cientos de miles. Muchos creen que si ganas diez millones al año no te puedes quejar. Él sabe que es un privilegiado pero está hablando de algo que siente y es bueno que lo saque. Como hay mucha envidia. es muy difícil que la gente empatice. Hay más odio que amor. Es más fácil insultar a alguien que decirle que le quieres. A mí también me ha costado mucho decirles a mis padres que les quiero.
Empezó a jugar a los siete años y a los 11 era campeón de España alevín. Ahora que es padre, ¿cómo valora esas infancias tan sacrificadas?
La suerte es que lo hacía porque era mi deseo y jamás eché de menos nada. Entrenaba por las mañanas y estudiaba solo por las tardes. Mis padres no tenían una posición económica alta, pero tuve la suerte de que gané campeonatos de España y me becaban, y luego más adelante ya sufragaba mis gastos.
En una entrevista, con 17 años, desvelaba que su ídolo era Edberg, y que le gustaban los berberechos y Bryan Adams. ¿Actualizamos?
También me gustaban mucho los Rolling y Depeche Mode, más tarde me empezó a gustar Shakira, soy de música pop y nada de reguetón. De comida, me siguen gustando los berberechos y las palomitas, y he incorporado el sushi, ensaladas y verduras.
En Movistar Plus+ acaban de estrenar un documental sobre su compañero Álvaro Benito. ¿Le apetecería que repasasen su obra y milagros?
Me encantaría. Me han propuesto escribir un libro. Yo doy conferencias a empresas, donde hablo de mi experiencia. Yo invertí en entrenadores y psicólogos para llegar lo más arriba posible.
Como culé, ¿Lamine Yamal merecía el Balón de Oro?
Prefiero que no lo haya ganado, que vaya paso a paso y Dembelé es un grandísimo jugador. Pero Yamal fue allí a recoger el Kopa y Vinicius debería haber ido.
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