Crónica
Los sábados de Lomana: Los cuatro del Peugeot, al estilo Agatha Christie
"Cuatro hombres, una misión: resucitar el PSOE desde las bases, conquistar el relato y preparar el asalto a la secretaría general tras su forzada dimisión"
En «Los diez negritos», Agatha Christie encierra a diez personajes en una isla. Aislados, uno por uno, los protagonistas van desapareciendo, víctimas de un plan maestro que castiga antiguos crímenes. La sospecha lo impregna todo. Nadie es ajeno a la culpa. Nadie está a salvo.
Algo similar, aunque sin cadáveres, de momento, se desarrolla en la escena política española, con una inquietante versión contemporánea que bien podría titularse Los cuatro del Peugeot. En este peculiar «road trip político», Pedro Sánchez recorrió en 2016 la geografía española en un modesto Peugeot junto a tres compañeros de partido: Koldo García, José Luis Ábalos y Santos Cerdán. Cuatro hombres, una misión: resucitar el PSOE desde las bases, conquistar el relato y preparar el asalto a la secretaría general tras su forzada dimisión.
Hoy, casi una década después, de ese cuarteto ya han «caído» tres. No han sido víctimas de un asesino literario, sino de la justicia, la hemeroteca y, en parte, de sus propias decisiones. Koldo García, el escolta devenido en asesor todoterreno, es el epicentro de la trama de corrupción vinculada a los contratos de mascarillas. José Luis Ábalos, el exministro de Transportes, ha quedado tocado por ese mismo escándalo que salpica directamente a su entorno más próximo. Y ahora, el último en sumarse a la sombra de la imputación es Santos Cerdán, hasta hace poco uno de los hombres de máxima confianza del presidente.
Tres de cuatro compañeros del Peugeot, señalados por la justicia. ¿Y el cuarto hombre? Aquí es donde la analogía con Agatha Christie se vuelve más inquietante. En la novela, los personajes intentan convencer al lector , y a sí mismos, de que son inocentes, de que no sabían, de que no hicieron nada malo. Pero a medida que la isla se vacía, queda claro que todos ocultaban algo. En política, la ignorancia no es un escudo. Y en el caso de Pedro Sánchez, resulta cada vez más inverosímil pensar que desconocía la calaña de sus compañeros de travesía. Hablamos de meses compartidos en carretera, de noches de hotel, de cafés antes de los mítines, de confidencias políticas y personales. Años después, esos vínculos se tradujeron en poder institucional: cargos, ministerios, estructuras enteras. Sánchez no sólo conocía a sus compañeros. Los eligió. Los mantuvo. Los protegió mientras pudo.
Los «negritos» de Christie iban desapareciendo con cada estrofa de una canción infantil que predecía su final. Aquí, los que caen no lo hacen por un crimen de ficción, sino por una cadena de decisiones políticas, éticas y personales. Y cada imputación estrecha el cerco narrativo sobre el único que aún queda en pie. Pedro Sánchez podrá apelar al desconocimiento, al oportunismo judicial o incluso a la mala suerte. No basta con decir «yo no sabía». Y, sobre todo, por qué nadie hizo nada mientras el Peugeot avanzaba hacia el poder con la corrupción como pasajero oculto. en «Los diez negritos», el asesino estaba entre ellos desde el principio. En la política española, puede que no haya asesinos, pero sí una pregunta sin resolver: ¿qué papel tuvo , o no tuvo, Pedro Sánchez en esta trama? A veces, la omisión también tiene consecuencias. La responsabilidad en el ámbito administrativo es de dos tipos: «In eligendo» (es decir, del que elige) y «in vigilando» (del que no vigila a sus subordinados).