Entrevista

Teresa Rabal: «La muerte de mi marido me dejó un vacío imposible de volver a llenar»

La actriz y cantante, que lleva más de 60 años sobre las tablas, forma parte del reparto de «Tin y Tina», un film de terror

Teresa Rabal, cantante y actriz
Teresa Rabal, cantante y actrizCristina BejaranoLa Razón

Tiene setenta años muy bien llevados y sigue trabajando. La vimos este año en la película «Tin y Tina» y no se le pasa por la cabeza jubilarse. Teresa Rabal ha heredado la fortaleza de su padre, el recordado Paco Rabal, y la bondad y sensibilidad de su madre, la fallecida Asuncion Balaguer. «Sigo trabajando en el mundo de la interpretación, pero ya ni canto ni hago galas con el circo. En mi última película hago el papel de una monja entre dulce y malvada. Es un cambio radical y me apetecía mucho hacerlo», cuenta a LA RAZÓN.

Pues de malvada tiene poco.

Bueno, a mis años ya era hora de ser un poquito mala (ríe).

Lleva seis décadas trabajando como artista...

Iba a cumplir diez años cuando Luis Buñuel me dio la oportunidad de interpretar un pequeño papel en su película «Viridiana». En el rodaje me sentía como en casa, porque Buñuel era nuestro «tío», siempre estaba en nuestro piso y era intimísimo de mi padre, igual que el actor principal de esa película, Fernando Rey.

Aquellas reuniones en su casa fueron míticas.

Podías encontrarte a todo el mundo del artisteo, desde Lola Flores a Fernando Rey, Carlos Larrañaga, Buñuel… eran citas interminables, que duraban hasta la madrugada, charlas exquisitas y que rezumaban cultura. Mi hermano Benito y yo no entendíamos algunos temas, pero luego mi padre nos los explicaba.

¿Cómo reaccionaron sus padres al saber que quería seguir sus pasos artísticos?

Se emocionaron mucho, se echaron a llorar los dos. Fue un momento muy bonito. Desde pequeña interpretaba las obras que montaba en casa mi padre, se inventaba historias que representábamos ante la familia.

Teresa Rabal
Teresa Raballarazon

A Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo les debe su gran debut teatral.

Fue en «Vidas privadas», de Noel Coward, una obra con la que recorrimos toda España y tuvimos un gran éxito. Me machaqué en los ensayos, pero fue un aprendizaje maravilloso. A Carlos le quise mucho y María Luisa es como mi hermana.

¿Dónde conoció a su marido, Eduardo Rodrigo ?

Por mediación de mi tío, Damián Rabal, que era su representante. Fue un flechazo. Nos fuimos a vivir juntos enseguida y nos casamos dos años después.

Él fue el responsable de la etapa de su carrera enfocada al público infantil.

Sí, fue cuando en España se hacía el cine de desnudos, con unos guiones espantosos e incluso violentos. Mi marido, Eduardo, me preguntó: «¿Qué prefieres grabar, un disco con textos de poetas españolas o uno infantil?». Y me decanté por lo segundo. Fue un exitazo. Una etapa muy fructífera, con canciones como el «Veo, veo» o «Me pongo de pie y me vuelvo a sentar». Son temas que siguen cantando los niños porque los aprendieron de sus padres.

Y llegó a una popular carrera en el circo.

Nuestro circo funcionaba de miedo, fueron unos años muy gratificantes, lo que pasa es que era una paliza de trabajo horrorosa. Tres funciones diarias y cinco en la Feria de Sevilla.

Hasta montaron un colegio para los hijos de los empleados.

Efectivamente, una gran idea. Fuimos los impulsores para que luego pusieran colegios para los niños en todos los circos.

¿Por qué cerraron el negocio?

Estaba agotada.

¿Antes de Eduardo hubo algún hombre importante en su vida?

No, él fue mi primer y gran amor, el hombre de mi vida. Estuvimos juntos 45 años. Y le sigo echando de menos cinco años después de su muerte. Hacíamos todo juntos, estábamos tan unidos que su muerte fue un mazazo terrible. Tenía un problema de pulmón, pilló una neumonía y estuvo 20 días en coma. Salió de ese trance y vivió dos años más, con oxígeno y muy mal, y no pudo superar la enfermedad.

Lo cuidó con fortaleza a pesar de que usted sufría de cáncer.

Sí, estaba con sesiones de quimioterapia y trabajando al mismo tiempo. Imagínese. Lo pasé muy mal, pero aquello me dio fuerzas para no dramatizar mi enfermedad. Eso sí, fueron cuatro años espantosos. Me han dejado mella, sufrí mucho, pero he tenido una vida tan feliz y tan rica que prefiero quedarme con lo bueno. Mi hijo, Luis, es músico y su hermana, María, directora de casting.

¿Cree que se ha sabido adaptar a la soledad?

No me siento sola, tengo a mis hijos y a mis nietos, pero me falta Eduardo... Me dejó un vacío en el corazón imposible de llenar.