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Guerra al «Porno Pop»

Annie Lennox y Sinéad O'Connor cargan contra Miley Cyrus por «prostituirse» por unos millones de visitas en YouTube

Guerra al «Porno Pop»
Guerra al «Porno Pop»larazon

«Estoy claramente a favor de la libertad de expresión, pero esto va claramente un paso más allá: esto está en el campo del porno», dijo ayer en la emisora musical de la BBC Annie Lennox reafirmándose en unas declaraciones anteriores en una red social en las que criticaba la avalancha de «vídeos sexualizados» que protagonizan las aspirantes a «reina del pop» que dejó vacante Madonna. Y el nombres que está en la cabeza de todos es el de la ex estrella Disney Miley Cyrus, que ha sobreactuado en sus apariciones públicas con el sexo como lema, y la promoción de su último disco «Bangerz» como afán. Sin embargo, las declaraciones de Lennox no son las únicas en este sentido en las últimas fechas. A la de la activista de Eurythmics se ha sumado otra voz de la protesta, la de Sinéad O'Connor, que acusó a la sobreexcitada Cyrus de «prostituir la industria musical» al respecto de su vídeo «Wrecking Ball», con el que la estadounidense consiguió 19,3 millones de visitas –casi nada–, en 24 horas en la plataforma Vevo. Ayer, en YouTube, 202 millones de personas habían reproducido los vaivenes de Cyrus desnuda sobre una bola de demolición, si bien el contenido no ha sido censurado por el portal de vídeos, muy cuidadoso con los contenidos no aptos para menores. La cantante aparece en actitud provocativa, no más que en otro momento ha podido hacerlo otros rostros del «género» como Christina Aguilera o Britney Spears (por cierto, ambas rostros ex-Disney) para cautivar a la audiencia.

Sin embargo, Cyrus ha seguido jugando la carta del sexo en cada declaración pública que ha podido. La primera de sus polémicas fue su aparición en la gala de los Premios MTV con un bikini de látex escueto y del color de piel con el que no tuvo problemas en bailar un tanto exageradamente –y provocando bastantes risas–, anunciando su estrategia. Después ha declarado que «soy sexual porque a los 40 probablemente la gente tiene poco sexo», y enterró finalmente a su pasado como Hannah Montana en «Saturday Night Live», donde le entusiasmó la idea de grabar un vídeo porno casero. A pesar de esto se quejó de que «ha pasado más de un mes y se sigue hablando de aquella actuación». Es decir, objetivo más que conseguido.

Con estas viejas artimañas, Cyrus ha situado su disco como número uno de ventas en medio mundo. Está en lo más alto de la lista de ventas de iTunes en nada menos que 60 países (entre ellos, España); su single «Wrecking Ball», el de la desnudez de refilón, también es primer puesto en Billboard, en YouTube y Spotify, donde ha sido reproducido 2,5 millones de veces. De sus cinco discos ha vendido 12 millones de copias y 20 millones de canciones individuales y ha provocado una escalada de vídeos «subidos de tono» con sus rivales del mercado, Britney Spears o Rihanna, que han tenido que destaparse en sus respectivos últimos vídeos para no quedarse descolgadas. En el caso de la diva de Barbados, su vídeo «Pour It Up», en el que aparecía rodadeada de strippers y mucho más provocativa de lo que nunca le habíamos visto, apenas duró diez minutos en Youtube antes de que la plataforma considerara que era demasiado subido de tono para aguantar la calificación «para todos los públicos». La Spears ha admitido sobre lo caliente de su último clip: «Rodamos mucho más, pero cortamos la mitad porque soy madre».

Lennox declaraba ayer: «Asumir esa imagen parece defender que la misoginia, si eres tú misma quien la acepta, está bien. Como si estuvieras justificando por cuántos millones y visitas en YouTube consigues comportarte como un chulo y una prostituta al mismo tiempo». Lennox daba en el clavo y al mismo tiempo hacía la promoción de la joven Cyrus.