Nueva York
Natalia Verbeke tiene planes de boda
Esto sí es expandir, asentar y realzar la marca España. No necesitan protección ni oficialismos baldíos para inaugurar la Fashion Week neoyorquina que ofrece la friolera de 80 desfiles agrupando desde Calvin Klein hasta Ralph Lauren, pasando por una Diane Von Furstenberg que no tuvo suerte en su experiencia madrileña amparada por el ojo clínico y el dinero de María Reig, la sofisticada dueña de Vasari. El que supuso un fiasco inexplicable en la jaleada milla de oro y los norteamericanos aún no lo entienden, considerándolo una estrella e impactados por su imagen actual, es David Beckham. Domina la ciudad de los rascacielos donde enormes pantallas reproducen su colección de ropa deportiva para H&M. La situada en Times Square deslumbra por su tamaño y porque el jugador apenas recuerda al «sex symbol» que enamoró a la Obregón, quien no logró cazarlo. Beckham ha perdido cintura, se le ha oscurecido el pelo y mantiene la tableta que producía tanto pasmo. Ahora vende una imagen de señor maduro que ya no arrebata más allá del fútbol. Sus pantalones de chándal son moda callejera que luce bajo abrigos clásicos y con zapatillas deportivas. Lo nunca visto. Pasma.
Así lo hizo también la nueva, distinta y magnífica colección de Desigual, ya expandido por Oriente e Hispanoamérica. Caló destacando su ropa siempre colorista y lo estrenado tiene al genio irrepetible de Christian Lacroix, aún conservando los favorecedores estilos remarcados. Gana en distinción y calidad transformada en ropa muy ciudadana que amadrinaron en primera fila Natalia Verbeke y una Carolina Kurkova flanqueando a Manuel Jadraque, que se mostró eufórico, como Carolina tras la casi página que le dedicó el «New York Times». Conserva y mejora aquella imagen importante de valquiria –menos rellenita– que durante años prodigó en nuestra Gran Canaria Moda Cálida, una pasarela que a diferencia de la neoyoquina sigue sin objetivos ni comercialidad. Un triste derroche tonto, nada que ver con la publicidad que Maspalomas o Costa Meloneras tuvieron en tiempos presidenciales de Jerónimo Saavedra o José Manuel Soria. Carolina adelgazó tras ser madre y mantiene una imagen veinteañera, siempre tutelada por el madrileño Carlos Mundy, igual que Natalia por el treintañero –ella cumple 38, le gustan jóvenes y lo demostró con Gonzalo Miró y Miguel Abellán– Jaime Renedo, impulsor del restaurante Asiana. Están prometidos y prepran boda: «Cuando la serie de cabaret ''Bienvenidos al Lolita'' lo permita», dice ella. ¡Qué tiempos únicos! los de Matías Colsada con locales como el Bolero barcelonés o ese Pasapoga que nunca debió liquidarse. Madrid no mima los locales históricos, reforma teatros vetustos y todo lo dan al Madrid de los austrias, que más bien es borbónico. Cosas veredes.
Y pocas como esta innovación que da mayor entidad a Desigual, hasta ahora experta en moda estival. Supone una nueva hoja de ruta o casi alta costura al alcance de todos, como cabía esperar de Lacroix, ese genio de la ciudad francesa de Arlés en percefcta armonía con los conocidos diseños del gallego José Castro. Entiende y se ufana de la compañía como Jadraque hacía ante las ovaciones o los contoneos de Candice Swanepoel, uno de los ángeles de Victoria Secret, igual que Erin, otra de las ex novias de Leonardo DiCaprio, a quien en pleno desfile se le rompió un taconazo. Supo seguir y salir del trance luciendo los preciosos abrigos en degradé mientras Candice se quedaba uno geométrico estampado en gris o un vestido mini de falda acampanada a medio mulso, todo realzado con florones dorados. Desigual compite consigo mismo y no era fácil superar la prueba. Nueva York dijo sí.
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