Opinión
La crónica de Amilibia: Ojo, Casado, que te dejan sin aplausos
Cuentan y no acaban de la indignación del Partido Popular por la que armó Pablo Casadoante los populares europeos alardeando de que él nunca pactó con Vox precisamente cuando Mañueco se abrazaba sin profilácticos a los deSantiago Abascal en Castilla y León. Tanta es la indignación ante tamaña afrenta que algún alto dirigente pepero ya ha señalado: «Se está ganando a pulso que no le aplauda nadie cuando se despida en el Congreso». Cuando el Partido Popular castiga, castiga de verdad, como la española cuando besa. ¿Qué es una despedida en la pista central del circo sin el aplauso y los bravos del personal puesto en pie? Sería una despedida patética, algo mucho peor que si a Él no le vitorearan en los pasillos de la Moncloa al finalizar el rodaje de la docuserie que va a interpretar, quizá asesorado por Al Pacino («El Padrino», «Pactar con el diablo»). Dicen las lenguas viperinas que hubo un acercamiento a Robert de Niro en ese sentido cuando estuvo hace poco en Madrid, pero el actor norteamericano cargó con un jamón y los táperes de las sobras del banquete del Ritz y no quiso saber nada.
Hablando de comer, nos alerta Rallo en este diario de una más que posible crisis alimentaria por culpa de la guerra, o sea, de Putin. No veo a Alberto Garzónlevantando pancartas. ¿Que los cereales se ponen imposibles? Mejor, el pan engorda. ¿El petróleo, por las nubes? Mejor, menos coches circulando y menor contaminación. ¿Qué la inflación nos arruina? Mucho mejor, así alcanzaremos estoicamente la ataraxia: total ausencia de deseos y temores, la imperturbabilidad, casi la paz eterna. Ya saben: morirse en la forma más drástica de reducir gastos, como sentenció el cineasta Woody Allen.
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