Opinión

La crónica de Amilibia: ¿Preparados para el shock de la pornopolítica?

Boris Johnson
Boris JohnsonNEIL HALL / POOLAgencia EFE

Después de la polémica por el cruce de piernas de una diputada inglesa, nos cuenta Celia Maza la historia del diputado «tory» al que pillaron viendo porno en su escaño de Westminster. Ese parlamento no sale del frenesí erótico-festivo: se lo pasan mejor que los invitados a las fiestas de Boris Johnson en Downing Street. En estos momentos, 56 parlamentarios ingleses son investigados por su conducta sexual. En comparación, el Congreso español es algo soso: aquí a lo más que llegamos fue a sorprender jugando al Candy Crush a Celia Villalobos y, en diversas asambleas o cortes, a diputados cortándose las uñas, haciendo yoga o la lista de la compra o aprendiendo francés, que no haciendo un francés. Pudimos alcanzar un pico de prestigio en el áspero mundo del sadomasoquismo si Pablo Iglesias hubiera llevado a la práctica sus azotes a Mariló Montero, pero todo quedó en un sueño revelado por él mismo. Nada.

Una duda razonable: observando la inexperiencia de nuestra nueva casta parlamentaria, ¿las almas puras de los indepes y comunistas incorporadas a la Comisión de Secretos Oficiales están preparadas para soportar el shock que supondrá para ellas la contemplación, en vivo y en directo, de la pornopolítica que se le supone al tinglado del espionaje nacional e internacional, o sea, la visión de Pegasus en su desnudez y en las inimaginables posturas del voyeurismo global? ¿Convendría que, antes de continuar en la pista central del circo contemplando el estriptís del CNI y el lío de los espías espiados, Susana Estrada y Nacho Vidal les ofrecieran algunas charlas de apoyo a su incursión en el oscuro y lascivo mundo de las cloacas?

Que no caigan los pobres en el onanismo frenético, porfa.