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Negocios al sol: Javier Boné Carboné, el florista maño de las estrellas
Dirige junto con Jesús Martinell la firma Dandelion, encargada de surtir de flores las fiestas más exclusivas

DDandelion, como nos indica su cofundador Javier Boné-Carboné, que viene del mundo editorial, nunca pretendió ser una floristería: «Mi obsesión siempre ha sido hacer una marca de flores». Así es como en tan solo cinco años su nombre se ha puesto de moda en la capital con clientes que incluyen a Dior, Chanel, Cartier, Carolina Herrera o Suárez. Lo mismo surten de flores al interiorista Lorenzo Castillo que se les reclama para una boda en Mónaco: «Hemos crecido de una manera muy orgánica y sostenida», afirma Boné-Carboné que junto con Jesús Martinell lidera este proyecto que tiene su sede en pleno barrio de Salesas de Madrid y que hace poco abrió otro establecimiento en Barcelona. «Hemos intentado siempre hacer algo que satisfaga al cliente, pero a la vez nos guste a nosotros».
Parte del éxito lo tienen la belleza de las propuestas que realizan, con espectaculares creaciones, y parte también el peso que han comenzado a tener las redes sociales en la actualidad: «El consumo constante de material visual en las redes sociales ha hecho que el público se familiarice más con la decoración y la necesidad (o no) de poner una mesa bonita, pero esto siempre es un arma de doble filo. El cliente te envía referencias de cualquier tipo, que pueden no tener nada que ver con lo que nosotros haríamos o que nos horroriza… es como ir a Chanel y pedir que te copien un Dior», detalla a LA RAZÓN.
Entre esas cosas que no le debe hacer mucha gracia que le pidan a Boné-Carboné están, posiblemente, las margaritas: «Nunca pondría en casa margaritas, las detesto». Y eso que seguro se topa con muchas en su espectacular casa de campo de Zaragoza, lugar donde pasa cada vez más tiempo acompañado de su perro: «En otoño e invierno estoy en Madrid, pero cada vez intentó alargar más mi tiempo en Zaragoza».
«Nunca pondría en casa margaritas, las detesto», explica Javier, que tiene su refugio en su Zaragoza natal
Allí, en contacto directo con la naturaleza, es donde seguramente nacen ideas como el reciclado floral: «Estamos intentando instaurar este sistema para dar una segunda vida a las flores de los grandes eventos». Las flores que quedan, claro, porque no es raro que ante tanta belleza la gente se las decida prender de la solapa o colocar sobre una oreja. A pocos días de regresar al trabajo, ya tienen la agenda llena, porque a pesar de que la flor en España sea cara y los presupuestos, muchas veces, escuetos, cuesta renunciar a la belleza.
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