Vida
Peinado: el juez que iba para cura y acabó siendo la cruz de los Sánchez
El hotel Senator en Marbella fue el refugio del magistrado para el caso Begoña Gómez. Así es, en las distancias cortas, el togado del que todo el mundo habla
El juez Juan Carlos Peinado, titular del Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid se ha convertido para muchos en España, en el adalid contra la corrupción. Desde que, en abril de 2024, puso entre las cuerdas a la mismísima primera dama del país Begoña Gómez, ha habido un antes y un después. Mientras cada día su nombre aparece en Prensa por el caso que le ocupa, poco se sabe de su vida privada.
El juez Juan Carlos Peinado, cumple este año 71 años y es de costumbres fijas. Le gusta Marbella. Así que el fin de semana del 20 de abril de 2024 decidió darse un garbeo, auspiciando la semana de vértigo que se le venía encima con la imputación de Begoña Gómez. El togado eligió el Hotel Senator, donde concluyó el expediente contra la esposa del presidente del Gobierno antes de hacerlo público. Necesitaba sosiego, tranquilidad, para esculpir su escrito frente al mar. Y así se lo hizo saber a sus mejores amigos a los que, según ha sabido LA RAZÓN, les decía que no podía salir del hotel todo lo que él quisiera, «porque estaba preparando un caso muy importante del que no les podía hablar pero que se enterarían esa misma semana». Así que ese fin de semana, se limitó a quedar con una buena amiga, otro día a cenar con amigos y el resto, a trabajar. Dos días después, se haría pública la imputación de Begoña Gómez. Algunos de sus amigos marbellíes entendieron el mutismo de su colega.
A Peinado lo definen como hombre cauteloso, reservado, parco en la palabra y en los gestos. Incluso algunos de los más cercanos dicen que es difícil arrancarle varias frases seguidas. La exhibición de poder la lleva en tono monosilábico, y por norma le gusta mantener entre sí mismo y los demás, un espacio defensivo de aire frío. El magistrado lleva 30 años de carrera judicial, pero antes ejerció como secretario de ayuntamiento. La comisión permanente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) le ha autorizado a continuar trabajando hasta enero de 2026. Entonces tendrá 72 años, el máximo de edad permitido, pero él ha pedido seguir «batallando». Los que le conocen cuentan que pese a su apariencia de calma, Peinado es capaz de súbitos furores, que con el tiempo ha aprendido a controlar. Es amante de la literatura y la filosofía. Entre sus libros de cabecera, se encuentran los firmados por Ortega y Gasset. Peinado, al igual que el juez Garzón, también iba para cura. Su madre que era muy religiosa quería que su hijo fuera sacerdote. En El Tiemblo, el pueblo de Ávila donde nació, su familia era muy conocida, pero Juan Carlos tenía muy clara cuál era su vocación. Así que, al final, sus puertas no fueron las del seminario y siguió la carrera de Derecho, abriendo su propio despacho en Madrid. No es togado de oposición, se acogió a la modalidad «del cuarto turno» y con 40 años consiguió un puesto de trabajo como juez. Ha pasado por diferentes juzgados, como el de Arenas de San Pedro, Talavera de la Reina, Getafe y Madrid. También, ha dado clase en el CEU San Pablo y en la Universidad Complutense de Madrid.
Amigos de toda la vida
Desde que llegara con el caso Begoña, no se fía de nadie y habla en clave con sus amigos hasta por teléfono. En su agenda sigue conservando a los de siempre de Ávila, como el que fue el presidente de la Diputación Sebastián González Vázquez y además es incondicional del exministro Ángel Acebes, que también se deja ver en Marbella.
Devoto del Cristo de Medinaceli
Al juez Peinado le gusta madrugar para ir a Mercamadrid a comprar verdura fresca. Está separado desde hace varios años de su mujer, con la que tiene dos hijos: Patricia, concejala del Partido Popular y otro hijo que es militar. Su exesposa trabaja en el Ayuntamiento de Madrid. Aunque están separados comparten una vivienda, que han dividido. Reside junto al Cristo de Medinaceli, del que es fiel devoto.