Crónica

Eurovisión 2022: Por qué el evento más gayfriendly del año es el último reducto del europeo convencido

El certamen es una lección de geopolítica disfrazada de festival musical

Eurovisión
EurovisiónDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

En mi infancia, allá por los 80, ver con mis progenitores Eurovisión tenía para mí el mismo viso de artificialidad que celebrar el 31 de mayo el Día de Castilla La Mancha. Crecí en Toledo y con un mapa en el que Murcia eran dos: Murcia y Albacete. Y un día, de pronto, Murcia dejó de tener a El Quijote en sus lares, mis amigas albaceteñas ya no tenían playa y al mismo tiempo, moría Castilla La Nueva. Un drama que se tornó en alegría, gracias a nombrar a un presidente que carraspeaba con gracejo la letra jota y que además era oriundo de la región anexionada. Pero en el fondo, todos los niños celebrábamos el día de Castilla La Mancha con cierta artificialidad en mi cole de monjas. Allí nos enseñaron unas seguidillas (jotas) de Albacete para interiorizarla fusión, entre otras actividades, junto con dibujar una y mil veces los límites de nuestra nueva (y flamante) Comunidad Autónoma. Esa misma artificialidad es la que siempre he percibido en Eurovisión, en la que cada año (acompañando a mi juventud y madurez) nuevos países iban participando al ritmo de las decisiones políticas (y económicas) de otros. ¿Pero cuántos somos en Europa?, le preguntaba yo a mis padres cada año. Y no por que fuera yo ninguna lumbrera con predilección por los análisis políticos, sino porque cada año había que hacer más casillas en los papelitos donde cada familiar hacía sus pronósticos. Y eso de hacer rayitas a mano alzada nunca se me ha dado bien. Nunca nos quedó claro cuántos éramos en Europa, pero lo festejábamos. Y nuestra seguidilla de Albacete, era la canción de turno que nos habían machacado meses antes por la radio. Ahora toca que canten los países paridos tras desligarse de la URSS y dimos el ¡hola¡ a las exrepúblicas bálticas, que tantas alegrías nos han dado. Estonia, entró en Eurovisión en 1994, es considerado el país báltico más exitoso en la historia de Eurovisión, estando tan solo diez veces en el TOP 10 en la gran final (de 21 participaciones).

Los niños y jóvenes aprendíamos geopolítica viendo Eurovisión casi sin darnos cuenta. “Carajo, que Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos se dan votos entre ellos”, pensábamos. No dilucidábamos que el Benelux es una gran asociación de carácter intergubernamental que se estableció a través de un tratado tanto aduanero como económico entre los mencionados países. Los países mediterráneos se apoyaban entre sí y no era solo por la cocina. Los nórdicos, igualmente. A lo largo de la historia han sido varios los países que geográficamente no situados en Europa han participado en Eurovisión. Ya desde niños, sabíamos que ahí se cocía algo, Eurovisión fue nuestra primera lección de geopolítica disfrazada de festival de la canción. En esta edición son cinco: Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Australia e Israel. Y es que aunque a mí me resultara artificial tener que bailar cada día de Castilla La Mancha frente al graderío de padres las seguidillas de Albacete, lo hacía contenta. Y cada vez te vas sintiendo más castellanomanchego, al igual que cada vez que veo Eurovisión uno se siente más un europeo convencido.

Kalush Orchesta, representantes de Ucrania
Kalush Orchesta, representantes de UcraniaEUROVISIÓNEUROVISIÓN

Hoy Eurovisión es un espacio completamente renovado en el que la libertad de expresión ha ganado más batallas que nunca y en el que se transmiten valores inclusivos y de tolerancia frente a los países no democráticos. No es casualidad que sea el evento más ‘gay friendly’ del año. Eurovisión se ha convertido en uno de los últimos refugios del europeo convencido y el hogar de quienes apuestan por el diálogo y la democracia, aquí votamos y la suma elige al ganador. No hay bombas para proclamar victorias. Lo que se cocerá en unas horas en la bella ciudad de Turín puede parecer superfluo, pero esconde más política que cualquier hemiciclo. ¿Daremos la victoria musical (y moral) a Ucrania? Pocos van a poder quitarse de la cabeza la imagen de los componentes del grupo Kalush Orchesta, porque solo hace unos días tenían un uniforme de combate. ¿Qué pasará si Ucrania gana Eurovisión? Sería complejo de asumir la celebración en 2023 en un país ya devastado por la guerra. No es la primera vez que se ha tenido que recurrir a un Plan B por, especialmente, motivos económicos. Por ejemplo, en el año 1980, la televisión israelí rechazó albergar el certamen por segundo año consecutivo después de ganar con Gali Atari & Milk and Honey con ‘Hallelujah’, siendo la televisión holandesa NOS, quinta clasificada en la edición anterior, la encargada de organizarlo en La Haya. Europa siempre tiene un Plan B. Ya saben.

Por eso más que nunca, sean o no eurofans, deben de encender el televisor. Esta noche, al más puro estilo romano, donde los espectáculos escondían tramas políticas, no dejen de sintonizar Eurovisión. Les guste el salseo, la música o la geopolítica, no hay mejor lección de europeísmo que pasar la noche viendo este espectáculo democrático. Salve, Eurovisión.

Sigue aquí el directo de Eurovisión:

https://www.larazon.es/television/20220514/dsixb2mqjvfehkfpl3gjspa7pa.html