Museo Reina Sofía

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DÓNDE: Edificio Telefónica en Gran Vía, 28. Madrid .CUÁNDO: A partir de mañanaCUÁNtO: Entrada gratuita 

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Cuando aparecieron la cámaras fotográficas, la sociedad cuestionó que la fotografía pudiera ser una manera de expresión, una forma nueva de crear y concebir el arte: tan sólo era una máquina. Más de cien años después el siglo XX no puede contarse sin imágenes y el mundo es inconcebible sin ellas. Francisco Serrano, director general de Fundación Telefónica, explica con este ejemplo el estrecho vínculo que siempre ha existido entre arte y ciencia que por algo en muchas disciplinas históricas la palabra «cultura» se refiere al bagaje tecnológico de un pueblo, una tribu, un momento del pasado. «Al inventarse un artefacto se produce, inmediatamente, un salto en cómo miramos y entendemos lo que nos rodea. Cuando apareció el lienzo, el arte se transformó. Hay que recordar que antes de que se extendiera su uso los romanos pintaban en muros», insiste. Esta es la línea que se ha propuesto seguir el nuevo Espacio Fundación Telefónica, que, precisamente, hoy inauguran los Príncipes de Asturias en plena Gran Vía de Madrid. Cuatro plantas, ubicadas en el edificio histórico de esta compañía, que conjugan la modernidad y el pragmatismo de unas salas adecuadas a su función expositiva, con la estructura heredada del pasado: el público puede observar las vigas de hierro del año 1929, tachonadas de clavos, que han quedado a la vista y que da, sumado a los ventanales que miran a la calle, cierto toque de loft neoyorquino.

 La programación ha arrancado con tres exposiciones que, unidas, son casi una declaración de intenciones. Comienza con «La historia de las comunicaciones». Una propuesta que recorre a través de siete bloques y cincuenta piezas seleccionadas –de hecho recoge el testigo del antiguo museo dedicado a esta rama que hace años tenía Telefónica– todos los avances de esta materia. La gran evolución que va desde la telegrafía eléctrica al iPhone 4.

La siguiente muestra, «Arte y vida artificial», reúne 23 piezas, que provienen del concurso dedicado a esta especialidad que desde hace 13 años convoca la Fundación. Comisariada por Karln Ohlenschläger, explora «las fronteras naturales existentes entre naturaleza y vida artificial». Un ámbito donde las líneas empiezan a desvanecerse. El público puede contemplar cómo un brazo robótico sostiene una vela, un esqueleto humano (hecho de plástico, hierro y cables, pero con toda nuestra fisionomía) que reproduce nuestros movimientos o un ficus que se seca o es regado según bajen o suban los índices bursátiles–una metáfora de cómo la vida hoy en día einterconectada por la tecnología y por los abstractos, aunque estos últimos procedan de la bolsa. Aquí se dan cita conocimientos, como los virus informáticos, la biotecnología, la escultura sonora o la robótica. Un ejemplo llamativo es una gigantesca planta, de plástico y luces, que reacciona y se mueve ante la proximidad de una persona.

 En la última planta se exhibe la «Colección cubista de Telefónica». Una colección pictórica –con una exposición de libros que reflexionan sobre este tema– que contiene once óleos de Juan Gris. Dividida en cuatro partes bien diferenciadas, la muestra alude a las referencias y los creadores que dieron lugar al cubismo; otra centrado en la figura de Juan Gris; la tercera a la llamada «Nueva definición del cubismo» que se hizo entre 1916 y 1925, y la última se ha reservado a los documentos, referencias teóricas y poéticas que se generaron alrededor de este hito de la pasada centuria. En ellas irán apareciendo nombres como Albert Gleizes, Jean Metzinger, André Lothe, Maria Blanchard, Vicente Huidobro, Xul Solar y Rafael Barradas, entre otros.

«Tablets» y no audioguías
 ¿Pero cuál es el nexo que une un teléfono, un autómata y un lienzo? «A principios del siglo XX aparecieron los coches, los rascacielos, las fotos, la radio, la telefonía. No es una casualidad que a los movimientos artísticos de aquellos años se les llamara vanguardias. Todo lo que mencionó obligó a una percepción diferente de la ciudad y la vida. Ahora podemos encontrarnos en un momento semejante», comenta Francisco Serrano.

Con estas muestras, que permanecerán abiertas al público entre nueve meses y un año, puede verificarse cómo arte y ciencia han ido juntos, y no son parcelas separadas. Esta es el punto fundamental de este espacio, que amenaza con rivalizar, en este punto concreto, con el Reina Sofía –Madrid ahora es un paseo del arte, que comienza con el románico en El Prado y terminar con las últimas propuestas que han unido la creación y la tecnología–. De hecho, la visita propone novedades. Se ha prescindido de las audioguías y se ha optado porque el público que acuda a estas exposiciones, use «tablets». Así, su interacción, como la comprensión de las piezas exhibidas, será mayor.

Otra de las novedades es un programa de ordenador –el recorrido está salpicado de pantallas– bautizado como «bestiario», que permite hacer búsquedas relacionadas. Consiste en una base de datos que, al introducir una palabra, automáticamante proporciona una relación de obras –desde cuadros hasta fotos– que, sobre este tema, conserva la Fundación Telefónica.

Fotógrafos españoles
Este nuevo rincón para el arte incluye un auditorio con capacidad para doscientas personas y tres talleres abiertos. La Fundación Telefónica, que en el pasado se ha centrado tantas veces en la fotografía, no podía olvidarse de ella ahora. Y aunque todavía falta una programación para tomar relevo de estas muestras, se han exhibido doce fotografías de españoles como Alfonso, Marín (al que se dedicó hace años una larga y abundante retrospectiva que lo descubría al público), Branguilí y Claret. Un último vínculo para ilustrar la era que nació con el cubismo y el desarrollo de la comunicación y las ciencias.

 

Comunicando: De Alfonso XIII al iPhone4
El teléfono de la izquierda es un modelo automático que tiene historia: con este reluciente aparato el rey Alfonso XIII realizó la primera llamada trasatlántica en 1928, entre Madrid y Washington. Unos meses después se abría la línea Madrid-Cuba. Forma parte de la muestra «Historia de las telecomunicaciones», que muestra la evolución de las mismas con un especial acento en la telefonía de España a través de 50 piezas (distribuidas en siete apartados) que ilustran un viaje en el tiempo que finaliza en la revolución de la telefonía móvil (junto a estas líneas, una cabina y tres modelos de los primeros y mastodónticos móviles).