Conciertos

Bob el último independiente por Alberto Bravo

La Razón
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¿Qué hace un señor de 71 años como Bob Dylan en un festival juvenil como el FIB? Es la pregunta más sencilla que se puede hacer el oyente más desconfiado. Pero, a fin de cuentas, ¿no es Dylan el primer y último artista independiente de la industria del rock? Él fue el héroe contracultura de los 60, el tipo que grabó «Like a Rolling Stone», el que se fue a la conservadora Nashville para registrar el transgresor «Blonde on Blonde», el hombre que en plena cima de popularidad optó por el retiro voluntario a los bosques de Woodstock, el músico que luego hizo «country» cuando lo que se llevaba era el rock progresivo, el hombre que a finales de los 70 acometió una trilogía de discos religiosos que le apartaron de la comercialidad, el artista que sigue dando conciertos por todo el mundo sin ceñirse al canon clásico de disco-gira… Por eso, la legión de admiradores que tiene va desde Miley Cyrus hasta Tom Morello, desde Paul Weller hasta My Morning Jacket, desde My Chemical Romance hasta Serrat…

Si por algo se ha caracterizado Dylan es por pelear a la contra. Llegó al FIB acuciado por la necesidad de la organización de vender un gran nombre, como cabeza de cartel de un día en el que también actuaron Bombay Bycicle Club, Chase & Status o Miles Kane. Es decir, bandas en las antípodas del estadounidense. Pero lo que Dylan ofrece ahora no puede ser más independiente. Con su piano de cola plantado en el escenario y una guitarra que toca ocasionalmente, el músico insiste en un formato en el que repasa unas 17 canciones que van desde grandes clásicos hasta cosas más recientes. Realmente, es una lección acelerada de toda la historia de la música popular. Lo que habría que preguntarse es si la audiencia de un festival está preparada para escuchar la desgastada voz nasal del trovador y sus letanías de otros tiempos.

 

Los tres discos más «indie»
l «Highway 61 Revisited» (1965)
Revolucionó el rock con este disco y su canción «Like a Rolling Stone», el primer single de seis minutos. Vendió millones.
l «Slow Train Coming» (1979)
 En plena época de excesos, Dylan abrazó la religión y acometió con este disco un trilogía bellísima que le valió el rechazo de sus seguidores.
l «Love and Theft» (2001)
Producido por él, lo grabó como le gusta: donde quiso, con quien quiso y como quiso. Así lleva trabajando desde entonces.