Milán está enferma

Abril de 1978... Un Milán cuyo aire es difícil de respirar vive los dramáticos días del secuestro del ex primer ministro Aldo Moro mientras el crimen organizado se rearma para convertirse en el núcleo neurálgico ochentero que mueve el submundo. Como en una imagen especular de todo el continente: policías, delincuentes, camellos y prostitutas son las piezas del tablero. El universo de la bota mediterránea está podrido...

 ¿Qué lugar del sur de Europa no está en igual situación? Literariamente, hay un plus de diferencia respecto de otras obras de Faletti: esta nueva entrega, tras los latidos de «muerte» y «descompresión emocional» de sus anteriores libros, nos devuelve a unas páginas más cínicas, que nos reconcilian con el universo sentimental de cualquier ser pensante y latiente. No hay encanto ni gloria en ser un animal nocturno, pero todos llevamos impreso un mucho de él; las tinieblas de nuestra trastienda lo engullen todo, mucho antes de permitirnos ver y confesar la verdad. Esta novela se mastica como una bocanada de tiniebla que arrasa cualquier creencia estereotipada de verdad y bondad, como si de un documental por la supervivencia entre leones y hienas se tratara, para hacerse con las sobras de un festín al que nadie ha sido invitado. El protagonista que narra la historia es el misterioso Bravo, un abogado de negocios que ha sido castrado años atrás por la mafia y vende el tiempo –y cuerpo– de mujeres sofisticadas con no pocas argucias. La paradoja es que su discapacidad confronta con su negocio hasta que su rutina se ve alterada por culpa de Carla. Rabiosamente buena. Terriblemente eficaz en su sacudida.