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Crítica de libros

El impulso

La Razón La Razón

Recibo ayer un chiste delicioso y auténtico: dice que el matrimonio Obama sale a cenar. Al terminar, el dueño del restaurante se empeña en saludarla a ella y, en el encuentro, se da cuenta de que han sido novios cuando jóvenes. De vuelta a casa Barack le dice a su esposa: «si te hubieras casado con él, serías la propietaria de este restaurante» y Michelle le contesta «no te equivoques, querido, él sería presidente de EE UU». Me encanta ese pisar fuerte de las mujeres de hoy. Mi marido era de la opinión de que una mujer o te empuja hacia arriba o te hunde en lo más profundo. Yo no sé si el antiguo novio de Michelle Obama hubiera llegado a presidente de EE UU de su mano; yo no sé si Clinton hubiera sido el magnífico presidente que ha sido (aunque injustamente sólo se le recuerde por el affaire Lewinski); yo no sé si Aznar hubiera sido el mismo sin Ana; y así sucesivamente. Tenemos ejemplos, no sólo en la política, sino en la empresa, en la literatura, en las artes o las ciencias. Esa consejera, cómplice, amiga, amante, que apuntala al personaje, que lo hace sentir seguro y que no siente vértigo cuando se dispone a comerse el mundo. Lo de Michelle no es arrogancia, es un hecho.
 

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