Cataluña
Ochenta años de Unió Democràtica
Tres históricos repasan la trayectoria de UDC y la relación con CDC
BARCELONA- El 7 de noviembre de 1931, pocos meses después de la proclamación de la II República, el periódico «El Matí» –una publicación católica independiente– anunció la creación de una «agrupación política» inspirada en una «concepción espiritualista de la sociedad», cuyo propósito era «restaurar integralmente Cataluña». Así nació Unió Democràtica, el partido catalán de más larga trayectoria junto a Esquerra Republicana. Ayer, el partido socialcristiano celebró su 80º aniversario con una cena conmemorativa en el Palau de Congressos que sirvió a Unió para homenajear su trayectoria y para reunir fuerzas para su próximo reto: las elecciones generales.
«Es un momento dulce para Unió», dice Concepció Ferrer , que fue presidenta del comité de gobierno del partido entre 1984 y 1986. Lo es, asegura, «porque se ha sabido dar continuidad a nuestras raíces y por las responsabilidades que ostentamos hoy en día». Sus raíces son el nacionalismo catalán, la democracia y la doctrina social de la iglesia. Todas ellas se han mantenido a lo largo de los años, incluso durante la dictadura, cuando uno de sus principales dirigentes, Manuel Carrasco i Formiguera, fue fusilado en 1938 por «adhesión a la rebelión».
Su hija Rosa Maria tenía entonces un año y medio. Preguntada por otros momentos delicados de la historia de Unió, no duda en remontarse a la fundación de la coalición junto a Convergència en 1979. Su balance de más de 30 años de experiencia compartida no es del todo positivo. «Sinceramente, creo que debe replantearse la federación. No siempre ha habido suficiente respeto por parte de Convergència y su sombra ha impedido que Unió haya tenido un crecimiento mayor», opina. Prefiere morderse la lengua y no decir todo lo que piensa sobre la relación con el socio mayoritario de la federación, pero deja clara su aproximación crítica.
Otro histórico del partido, Llibert Cuatrecasas, que milita en Unió desde 1953, recuerda también el delicado momento de los años anteriores a la fundación de CiU. «Resultó que en 1976 se proponía que Unió se disolviera para integrarse en Convergència. Anton Cañellas era partidario de esta opción, pero el consell nacional de Unió lo rechazó porque eso significaba emprobrecer el proyecto. Me opuse a Anton Cañellas, a pesar de que yo le apoyaba mucho», explica.
La relación con Convergència ha sido un gran quebradero de cabeza en Unió, un motivo de continuo debate. «Es imposible olvidar una frase que se ha dicho muchas veces en los consells nacionals de Unió sobre el mantenimiento de la coalición con Convergència: "Por el bien de Cataluña hay que seguir juntos"», rememora Concepció Ferrer.
De lo que apenas hay dudas en Unió Democràtica es que el liderazgo está en buenas manos. La figura de Josep Antoni Duran Lleida merece un reconocimiento casi unánime y nadie se plantea relevarlo. «Es un gran líder, un política nato, con una gran capacidad y una enorme vocación», dice Rosa Maria Carrasco. «Es absurdo pensar en que se retire», añade Ferrer. Cuatrecasas subraya que uno de sus grandes éxitos es haberse sabido repartir los papeles con Artur Mas. En eso siguen.
El orgullo de Duran
El presidente del comité de gobierno de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran Lleida, celebró ayer con orgullo el 80º aniversario de su formación. Duran quiso poner en valor la trayectoria de su partido. «Unió ha sido precursora de la defensa de la economía social de mercado, del humanismo y de la justicia social», dijo. Reivindicó, además, los principios fundacionales de su partido y subrayó su permante apuesta por un Estado confederal.
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