Gallardón no quería presentarse por tercera vez a la alcaldía de Madrid. Pero en esta ocasión dejó que el partido le marcara los tiempos: primero, ganar las elecciones; después, ponerse a disposición de Rajoy para los comicios generales. Con su inclusión en el número 4 de la candidatura por Madrid, se le reconoce oficialmente como uno de los hombres fuertes del PP, cosa que se daba por sabida, pero que faltaba por ratificar.
Dicen los analistas, que esto significa que da un salto a la política nacional, como si ser alcalde de la capital de España no fuera estar en lo más alto de la política. Será diputado, y si quiere, seguirá siendo alcalde, porque ambos cargos nos son incompatibles. El simple y a la vez importante hecho de que vaya a ser diputado nacional no cambiaría mucho las cosas, salvo exigirle más tiempo de trabajo. Lo que si cambiaría las cosas es que Rajoy, si gana las elecciones, le llamara para ser ministro de su Gobierno o presidente del Congreso de los Diputados. Eso sí que le obligaría a dejar la alcaldía. Por ello no supone ninguna sorpresa el hecho de que si esto ocurre, Madrid tendría alcaldesa por primera vez en su historia, cargo que recaería en Ana Botella, que sorprenderá a esos que entienden que quizá no está a la altura del cargo.
Muchos analistas aseguran que Gallardón, por fin, ha conseguido su objetivo de dar el salto a la política nacional y de esta manera se colman sus aspiraciones. A ellos les recuerdo que hace tan sólo unos años, pocos, su objetivo era llegar a la Moncloa como presidente del Gobierno. Quizá él piense ahora que se encuentra en la mitad del camino.