Feria de Bilbao
En el Aniversario tampoco
- Las Ventas. 1ª de la Feria del Aniversario. Se lidiaron toros de la ganadería de Valdefresno, bien presentados, descastados y sosos. Más de tres cuartos de entrada.-Diego Urdiales, de azul y oro, pinchazo, estocada (silencio); pinchazo, estocada, aviso, tres descabellos (silencio).- Rubén Pinar, de blanco roto y oro, pinchazo, estocada baja (silencio); pinchazo, estocada baja (silencio).- Miguel Tendero, de azul marino y oro, seis pinchazos, aviso, estocada, cuatro descabellos (silencio); pinchazo, estocada baja (silencio).
Debe ser de ilusos conservar la esperanza a estas alturas de lo que llevamos de Madrid. Pero ayer, cerrado ya y olvidado a la fuerza el nefasto San Isidro 2010, comenzábamos la Feria del Aniversario. La ilusión se esfumó, como cada tarde, en la agonía de lo que no puede ser. Y no es. Y se antoja inverosímil que pueda ocurrir. Madrid se ha convertido en el precipicio donde desaparece todo: los toros buenos amargados a medio camino, las faenas que pueden ser y no son, y la afición, que paga, que mantiene cada año los abonos, a pesar de que la empresa gestora les entregue año sí y al próximo también un bodrio de serial. Sí, bodrio, que este San Isidro y lo que resta del Aniversario no hay por donde cogerlo, por mucho que nos lo intenten vender. Madrid así no funciona, como no funcionaría en ninguna otra plaza. Después, estamos todos ávidos en rasgarnos las vestiduras cuando nos atacan de fuera y no somos capaces de defenderlo, cuidarlo y promocionar la inmensidad de este espectáculo, abocado al fracaso en el noventa y nueve por cien de los días. Y eso que a la Fiesta no le sienta bien las estadísticas. Tuvo su gracia el invento de la Feria del Aniversario, cuando de verdad cumplía el cometido de celebrar algo y se reunía para el evento a todas las figuras de postín. Era el bombón de la temporada venteña. Hoy, supone el serial, más San Isidro, un calvario injusto y desleal hacia el abonado. La plaza está agria, revenida, y se equivoca en la manera de expresarlo, porque hacen insufrible el mínimo intento de salir de la vulgaridad. Lo jodido de esto es no encontrar argumentos en el ruedo para rebatirlo. La empresa lo bordó con la contratación de José Tomás, que les vendió el abono al completo. Aquí sí que había motivos para frotarse las manos. El agosto hicieron por junio al caer herido el monstruo de Galapagar y causar baja en Madrid. Perdón, antes de acabar, que ayer hubo tres toreros en la Monumental. Urdiales, Tendero y Pinar con la corrida de Valdefresno. Tuvo el encierro la casta bajo mínimos, la transmisión al menos uno y en el mejor de los casos una nobleza barnizada de sosería, que hacía difícil mantener la mirada en el ruedo. Urdiales anduvo aseado en el primer tramo de faena del que abría plaza y se extendió más de la cuenta con el cuarto, descastado hasta la saciedad. Con un ni fu ni fa resumiríamos la dos faenas de Rubén Pinar. Ni frío ni calor en el segundo y demasiado extenso en el quinto. Aunque para largo de verdad, este laberinto de ferias y ferias sin final. Miguel Tendero se llevó el lote más manejable. Anduvo firme, pero sin atacar. Y nos atacó al público los nervios tras otro infumable tostón. Después de casi 30 festejos, la única manera de mirar de frente a la afición, la que nace de uno mismo y da sentido a todo, es soñar con la faena de rabo de Morante de la Puebla, la clase embaucadora de Julio Aparicio... Todo por vídeo, claro... Ocurrió en Nimes. Aquí, como mucho, se te amarga el carácter.