Barcelona

Sabato y el fútbol

La Razón
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«Yo estudiaba en la Universidad de La Plata, donde también jugaba al fútbol porque el deporte era una asignatura más, e iba a la cancha a ver al Estudiantes». Estas frases son de Ernesto Sabato quien ha fallecido hace unos días y ha sido uno de los símbolos literarios suramericanos que profesaron la fe futbolística y nunca renegaron de ella. No creyeron en la teoría de que este deporte no era para intelectuales. En Suramérica, salvo Borges, todos los grandes escritores han tenido una mirada entusiasta por el fútbol. «Era una maravilla ver jugar a ese equipo encabezado por Nolo Ferreira, que era el maestro, con esas camisas blancas y rojas de seda que lucían preciosas».
El fútbol, incluso para hombres como Sábato, ha sido un complemento y por ello no han mostrado aversión. En días en que hemos vivido la pasión extrema con los enfrentamientos entre Madrid y Barcelona ha habido ocasión para que asomaran sus querencias gentes que habitualmente, como Sábato, no están en los telediarios mostrando su entusiasmo.
Durante años se vendió la idea de que este deporte encarnaba el opio del pueblo y el tiempo ha demostrado que su expansión mundial no se ha debido a las dictaduras, aunque éstas, en muchos casos, se hayan servido de ello. Como hizo la argentina contra la que luchó Sábato, en defensa de perseguidos y desaparecidos, al frente de la comisión que desentrañó los crímenes. Y aplaudió a Kempes.
Posdata. Por los Barça-Madrid algunos han mostrado sin pudor odio al enemigo. No es la doctrina de Sabato o Camus.