Juegos Olímpicos

Atenas

London calling por María José Navarro

La Razón
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Si es verdad que los uniformes de los olímpicos españoles nos han salido gratis (y estamos convencidos, como no podría ser de otra forma, de que el COE dice la verdad), soy partidaria de tomarme una mistela y mirar con otros ojos ese espanto con el que van a vestir a nuestros deportistas. Está la cosa como para ponerse estupendos, vaya. Son terroríficos, sólo aptos para los sobrados de autoestima, vamos a parecer patrocinados por un burguer y la gorrica es de traca, pero si además de no costarnos un duro ingresamos algo de pasta, voto porque lo luzca también el Consejo de Ministros en todas sus reuniones de tijera, y Alejandro Blanco, por supuesto, en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos y en las pruebas a las que asista. Bien es verdad que a Pau Gasol se le va a ver más el vestuario de lo que nos gustaría. Esa planta, esa altura y el hecho de que sea una estrella captarán todas las miradas y no será para menos. Nos encanta que el pívot catalán sea nuestro abanderado, es verdad, pero se nos queda cierto regusto agrio. Según las normas del COE, deben serlo los clasificados y con mejor historial olímpico. Xavi Hernández e Iker Martínez, nuestros regatistas, oro en Atenas y plata en Pekín, se quedaron a las puertas, porque el Comité interpretó la norma y optó por Nadal, retirado ahora por una desgraciada lesión. El Comité, insistimos, interpretó la norma y de algún modo, la desvirtuó. Pueden hacerlo, es evidente, otra cosa es que suene a innecesario y a detalle feo. Sobre todo con dos tíos que renunciaron a su beca ADO para favorecer a otros. Feo, sí.