País Vasco

Las reglas de ETA

La Razón
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El día después de la conferencia de la claudicación de San Sebastián demostró hasta qué punto ETA ha logrado consolidar sus reglas en el mapa político vasco actual. Los hechos son los hechos por más que el Ejecutivo intentó ayer, vistas las conclusiones decepcionantes para sus intereses de la cita donostiarra y el estado de opinión reinante, marcar distancias con la misma. En este sentido, el sondeo que publica hoy LA RAZÓN es concluyente. Además de que una mayoría de españoles (55,4%) critica la presencia del PSOE en la reunión y que dos de cada tres piensa que los gastos de la conferencia han salido del bolsillo de los españoles, el 62,4% entiende que ETA ha sido la triunfadora. En ese clima fue significativo que el candidato Rubalcaba no sólo se negó a valorar el resultado del encuentro, sino que remarcó que no dio el visto bueno a la presencia de los socialistas vascos cuando José Blanco había confirmado que sí conocían la intención de Patxi López. Es inverosímil que el lendakari, estrecho colaborador del ex ministro del Interior, se hubiera sometido a la farsa etarra sin su autorización. Saltarse las líneas rojas planteadas por los demócratas en la lucha antiterrorista tiene riesgos muy elevados para el Estado de Derecho, pero también para quienes las infringen. Los socialistas deberían saber mejor que nadie las consecuencias de elegir atajos en lugar de mantenerse firmes en la vía de la derrota de la banda. Tampoco se puede relativizar la gravedad de la presencia en la reunión de la patronal vasca, probablemente uno de los colectivos que más ha sufrido el imperio del terror etarra, y que se prestó a la pantomima en un episodio insólito de amnesia.

El único beneficiado de la conferencia fue ETA. La comparecencia ayer de los batasunos en San Sebastián, con el asesino de niños Jon Aguirre en la mesa, reafirmó que el mundo de los terroristas no contempla un final con vencedores y vencidos ni arrepentimientos ni tampoco el epílogo de la banda sin concesiones. Ante los reiterados requerimientos de los medios, Rufi Etxeberria y compañía se negaron a pedir a ETA su disolución y desarme y se atuvieron a la declaración de la farsa donostiarra. Quedó claro de nuevo que la banda ha tomado decisiones tácticas, pero sin renunciar a su proyecto, y que ha jugado con cartas marcadas en todo momento pues hasta el propio comunicado final de la conferencia garantiza su continuidad en tanto la faculta como negociador con el Gobierno en un proceso de tiempo indeterminado.

El PP ha sido el único partido que ha sabido preservar el discurso de la firmeza y la dignidad, moralmente irreprochable. Lo dijo ayer Rajoy con sentido común: «Desde el Estado de Derecho y la fuerza de la democracia se puede derrotar a ETA». El Gobierno del cambio tendrá en este frente un desafío trascendental pues se encontrará con una Batasuna con posibilidades reales de disputar la victoria en las elecciones del País Vasco. Y tendrá que combatir y desmontar los espacios de impunidad que hoy les permiten gobernar decenas de ayuntamientos, controlar presupuestos millonarios y presentar a Amaiur a las generales, que, además de una lista contaminada, es el nombre de al menos tres comandos etarras.