Londres

Clegg pide «calma y apoyo» a los liberal demócratas

Nick Clegg, líder de los Liberal Demócratas y viceprimer ministro del Ejecutivo británico de coalición, ayer tenía un gran reto por delante. Su partido celebraba el Congreso Anual y sabía que su discurso tenía que convencer a aquellos que todavía no ven con buenos ojos el pacto que alcanzó con David Cameron tras las elecciones de mayo. Por primera vez en 65 años, el partido había logrado formar Gobierno. 

Clegg pide «calma y apoyo» a los liberal demócratas
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El ambiente no le era favorable. Horas antes de dirigirse a la multitudinaria audiencia de Liverpool, su liderazgo había sufrido una zancadilla a dos bandos. Por una parte, uno de sus propios diputados le había acusado de no escuchar demasiadas opiniones. Por otra, las filas habían votado a favor de boicotear la decisión del Ejecutivo para crear «escuelas libres». El proyecto –que permitirá a padres y docentes gestionar sus propios planes de estudio– es uno de los más ambiciosos para los «tories», pero los «Lib-Dem» consideran que constituye un «factor de división social».

La misión no era fácil, pero Clegg salió al escenario sin notas y durante 37 minutos repitió por activa y pasiva el mismo mensaje: los valores no han cambiado y la opción de la coalición era la correcta. El joven político se presentó ante los suyos como el hombre que aún creía que la guerra de Irak era ilegal –demostrando que sigue representando los ideales liberales– y pidió encarecidamente «calma» y «apoyo» para poder cambiar el rumbo de Reino Unido.
Aunque recalcó que los liberales y los conservadores son partidos distintos con futuros separados –matización que no pasó desapercibida–, insistió en el que el pacto era la mejor solución para los británicos en estos momentos.

Por otra parte, el viceprimer ministro reconoció que la tarea más difícil que afrontan es atajar el déficit. En octubre, el Ejecutivo presentará su primer presupuesto. Los conservadores siempre apostaron por reducir el agujero presupuestario lo antes posible. Aunque los liberales eran más favorables a una actuación progresiva, Clegg aseguró ayer que los drásticos recortes impulsados por sus socios son la única manera de sanar la economía de las islas. Aunque se comprometió a no cometer los «errores de los años 80» –la época del Thatcherismo– el nerviosismo en las filas es palpable.