Europa

Crisis económica

El latido de una España sin pulso por JAVIER ARENAS

Javier Arenas
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En España, 2010 será recordado como el año de las incertidumbres. La política económica del Gobierno actual, que no es lo mismo que la economía española, ha tintado de negro el horizonte de una nación que encaró el milenio en las mejores condiciones de su historia.
Gracias al trabajo conjunto de los españoles y bajo los incentivos reformistas y el rigor de los años de Gobierno del PP, España logró entrar en el euro por la puerta grande, encabezó la creación de empleo en Europa y nuestra deuda alcanzó su máxima solvencia.

Lo que ha ocurrido desde que el zapaterismo alcanzó el poder, con la escalofriante tasa de paro como referente, es harto conocido y sufrido por la sociedad. Un millón trescientas mil familias, de las que trescientas cincuenta mil son andaluzas, tienen a todos sus miembros en paro. Ésta es la cara más desgarradora de la crisis que se agravará en 2011.

El brutal déficit ha desprestigiado nuestra economía. España parece un país bajo vigilancia, que genera incertidumbre externamente y nos desanima internamente. Hemos pasado del «milagro español» del PP a la «pesadilla española» del zapaterismo. Este tránsito ha sido brutal: mientras otros países se apresuraron a combatir la crisis, Rodríguez Zapatero negó su evidencia, mintió sobre la gravedad de sus repercusiones y ha acabado por negarse a sí mismo, dejando a su partido sin discurso.

No quiero extenderme en evidencias. Si queremos salir de la senda por la que hemos transitado, hace falta un cambio de rumbo. No preveo mejor noticia para España en 2011 que la convocatoria de elecciones generales para dar paso a un Gobierno con un proyecto global, que una a los españoles en el trabajo de vencer la crisis, a semejanza de otros países, y eleve nuestra autoestima como nación.

Ese Gobierno solo lo puede liderar Mariano Rajoy. Necesitamos un liderazgo fiable que rescate la confianza y un Gobierno de gestión previsible, moderada y reformista. Si el PP guió el «milagro español» una vez, lo puede volver a hacer. Conviene recordarlo: no es nuestra economía la que está siendo derrotada, son las políticas socialistas las que han sembrado la desconfianza para recoger inseguridad.

En este año de desasosiegos, he recordado el célebre artículo «Sin pulso» de Francisco Silvela, publicado en 1898. En él diagnosticaba el mal de España con certeras palabras: «Dondequiera que se le ponga el tacto, no se encuentra el pulso».

Hemos pasado un año donde el pulso de nuestro país ha dado encefalograma plano. Que a los españoles no les quepa ninguna duda ni cedan a la tentación del pesimismo: somos una gran nación, nuestra economía tiene potenciales de fortaleza y nuestros mimbres están a la altura del entorno europeo. Sólo falta tocar la tecla del cambio político. Con el fin del actual ciclo del socialismo y la confianza en el PP, el pulso de España recuperará su latido. Ésa es la principal razón para la esperanza.