Deportivo Alavés
Sólo al final
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel y futbolero, casi tanto como Albert Camus, éste además fue futbolista, hizo el saque de honor en el Santiago Bernabéu. Era un modo de comenzar con festejo. Era la imagen universal y culta del club. El equipo necesitaba mejorar la suya, después de lo del lunes. Si el fútbol de culto es el del Barça, el suyo tenía que ser, obligatoriamente, triunfalmente populista. Y durante media hora jugó sumido en la vulgaridad; como si fuera incapaz de sobreponerse a la derrota del Camp Nou, una losa que sólo debería tener un peso temporal. Hasta la segunda mitad no encontró el Real Madrid el triunfo. Antes del descanso había recibido pitos del público, más descontento aún por lo que veía que por lo que recordaba. Claro que ambos sentimientos unidos eran para estar de uñas. En el último instante de la primera mitad un taconazo de Ronaldo dio en el palo. Junto al libre directo que despejó en palomita Guaita no hubo más peligro. Mourinho prescindió de Benzema, quien pareció condenado, aunque jugó en la segunda mitad, y alineó a Lass para potenciar la zona media. Cuando ganaba, después de la injusta expulsión de Albelda, recurrió a Diarra para contener a un equipo en inferioridad. Era lo más parecido al Inter de Milán. Unai Emery hizo lo mismo colocando a Maduro junto a Albelda y Tino Costa. Precaución y miedo. Con ambos planteamientos era difícil ver juego de lujo. Todo quedaba supeditado al momento de inspiración de un jugador.
Llegó el momento con los dos tantos de Cristiano Ronaldo. Pero el partido, a esas alturas, ya estaba emborronado con la lamentable actuación de Pérez Lasa, el más rápido a la orilla del Nervión. En encuentro en el que aún no había pasado nada, en media hora ya había sacado cinco tarjetas. El Madrid tardó en encontrar el triunfo. Guaita detuvo un par de balones con sello de gol. Al Valencia le faltó decisión y sin Albelda el empate era imposible.
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