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Estados Unidos
El deseado modelo americano por Manuel Coma
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¡Ay si el BCE fuera como el americano! Pues estaríamos viviendo en los Estados Unidos, sino de América, al menos de Europa. El banco central que tenemos a este lado del charco es muy rarito, no tiene todas las atribuciones que suelen tener sus equivalentes nacionales, entre otras cosas porque Europa no es una nación y pretender que funcione como si lo fuera podría establecer un ente ficticio que resultase desastroso. De hecho, la creación de una moneda única y un banco central respondió a la idea de «más Europa» en ese campo. Algunos economistas opinan que en eso precisamente consistió el desastre, que Europa fue demasiado lejos. Esperando el maná de Fráncfort, que supuestamente todo lo cura, la creencia popular en el sur es la contraria, que la centralización se quedó corta y que ahora lo que hace falta es ir más lejos y completar lo que no se hizo.
Al banco europeo se le confió una única tarea: evitar la inflación. Todos los gobernadores de estas instituciones se proponen embridar ese azote de las economías, pero con frecuencia ceden ante las presiones egoístas y de partido de los gobiernos o simplemente están dispuestos a correr riesgos para, supuesta o realmente, reanimar la economía cebándola con dinero que no tiene como respaldo la verdadera riqueza nacional y por lo tanto tiene bastante de falso. No responden a la demanda, sino que pretenden darle la vuelta al calcetín y crear demanda para estimular la economía inundándola de dinero. Esta teoría, personalizada en Keynes, es objeto de debate inagotable y apasionado entre los profesionales de la Economía que, por muchas estadísticas con las que cuente, es una ciencia social que estudia la desconcertante conducta humana y en la que, como en todas las de su especie, hay genios que dicen una cosa y otros que sostienen la opuesta.
El americano Fed o Sistema de la Reserva Federal también es, como su extraño nombre revela, un banco central bastante raro. De entrada no es uno, sino un consorcio de bancos. Teóricamente es privado, pero dado el peso del Gobierno desde todos los puntos de vista, esa afirmación es más que dudosa. Pero sí puede hacer lo que al señor Draghi no le está legalmente permitido: inyectar dinero en la economía. Últimamente lo hacen, preferentemente, comprando activos más o menos tóxicos de entidades financieras así como bonos del Estado, no con lo que sale de la máquina de imprimir billetes, sino, ¡oh maravilla!, con dinero electrónico, con la diferencia de que nuestra tarjeta de crédito tiene un límite, pero la de Bernanke/Obama no. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen, y dada su posición, parte del coste lo paga el resto del mundo. Aquí es Alemania a quien se pide que pague, por lo tanto más Europa tiene inexorablemente que ser más Alemania. Así que, encima, no pongamos verde a Angela Merkel.
Manuel Coma
Director del Grupo de Estudios Estratégicos
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