Castilla-La Mancha

Barreda abre la veda contra el débil liderazgo de Zapatero

Se abrió la veda. Tomás Gómez ha demostrado que ir contra Zapatero puede ser rentable. Y en el PSOE empieza a cundir el ejemplo. Las adversas encuestas, el débil liderazgo del presidente y la cercanía de las elecciones municipales y autonómicas han hecho que más de uno sopese seguir la senda por la que en los últimos dos meses transitó el secretario general del Madrid.

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El primero en salir a la palestra ha sido el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, que en la noche del jueves y ante los micrófonos de Onda Cero clamó por un «cambio de rumbo» en el PSOE si se quiere evitar un «desastre electoral», además de apostar claramente por la limitación de mandatos.

Fue escuchar las palabras de Barreda y empezaron a temblar los cimientos de Ferraz, donde las aguas del socialismo ya bajaban revueltas desde la derrota del «aparato» federal en las primarias de Madrid del pasado domingo. La lectura era clara: barones autonómicos y alcaldes socialistas creen hoy que distanciarse o criticar al presidente del Gobierno puede mejorar sus expectativas electorales. «Una estrategia desleal, pobre, torpe y errónea que, desgraciadamente empieza a ponerse de moda». La reflexión es de un miembro de la Ejecutiva Federal que apuesta por que en las próximas semanas se escucharan más voces como ésta.

En el PSOE consideran que Barreda reacciona así a las encuestas y que tras sus palabras no hay más motivo que el de las elecciones autonómicas. Si bien hay algo de cierto es esto, el manchego además está profundamente molesto con el presidente del Gobierno después de que éste haya incumplido algunos compromisos que adquirió con Castilla-La Mancha en materia de infraestructuras y que, sin embargo, no han sido reflejados los próximos Presupuestos.

Zapatero, en conversación ayer con algunos importantes dirigentes del PSOE, se declaró «dolido personalmente» con las palabras de Barreda, si bien se mostró si más inquieto con que estas se le puedan volver en contra al presidente autonómico en la medida en que el PP pueda utilizarlas en la lucha electoral y partidista.

Lejos de matizar su crítica, Barreda insistió de nuevo ayer por la mañana en que el significado del concepto lealtad que, dijo, «consiste en decir lo que se piensa, en decir la verdad», y en que «cada palo aguante su vela y haga su propio trabajo». LLegó incluso a insinuar que no desea que Zapatero ponga un pie en Castilla-La Mancha durante la campaña de las próximas autonómicas, lo que unos interpretaron como una bofetada al presidente y otros sólo un deseo de que la batalla política-económica nacional no se libre en su territorio.

En todo caso, salta a la vista que el mismo barón que el pasado enero pidiera públicamente a Zapatero un cambio de Gobierno y fuera invitado por el aparato federal a ocuparse de sus asuntos supura desde entonces por la misma herida, que se ha ido agrandando en estos meses por los desplantes, dicen, de Zapatero a Castilla-La Mancha.

Quizá en otra ocasión las palabras de Barreda hubieran tenido más acogida pero, en este momento de debilidad extrema del presidente y de las siglas, no ha sido el caso. Salvo cargos públicos de su Comunidad que cerraron filas con el presidente autonómico como fue el caso del alcalde de Toledo, Emiliano García Paje, Barreda no recibió ayer más que incomprensión y reproches de sus correligionarios. Salvo el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, que sí admitió que el momento que atraviesa el socialismo español es «complicado», el resto de voces que reaccionaron a la del manchego fue para desautorizarle o criticarle. Griñán, el más diplomático de todos, puso dosis de optimismo a la compleja situación, dijo que el PSOE es «capaz de superarlo todo» y recordó que «hemos salido de situaciones aún peores» SU receta: «unidad, cohesión y conocimiento de lo que está pasando».

El «mejor activo»

Al rescate del presidente del Gobierno salió el extremeño, Guillermo Fernández Vara, quién echando mano del diccionario taurino, recordó a su castellano-manchego que él –el jefe del Gobierno extremeño– pertenece a «la cuadrilla» y que no entiende que «alguien pueda pensar» actualmente que la situación económica que atraviesa el país es responsabilidad exclusiva de Zapatero. Siguió la faena al decir que pertenecer ahora a la «cuadrilla» no es lo más popular, «sino ponerse de medio lado, y dejar solo al torero, sin cuadrilla. Yo no lo voy a hacer». En todo caso, ya dijo que él que tenga desavenencias, reproches o críticas que las haga dentro del ruedo, y no desde fuera, en una clara alusión al Comité Federal que el PSOE celebrará el próximo 23 de noviembre.

Será entonces cuando más de uno invoque las encuestas para justificar a Barreda y su temor a que a alcaldes y presidentes autonómicos reciban en las urnas el mismo castigo que recibieron ya en 1995, un año antes de que Felipe González perdiera las generales.

Más allá de lecturas del partido, desde el Gobierno también cerraron ayer filas con el presidente. La primera, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega,quien reiteró que Zapatero es «nuestro mejor activo», una opinión que dijo que comparte todo el Gobierno y todo el PSOE, al margen de «opiniones puntuales». A esa línea se sumaría también el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, que se limitó a respetar pero no compartir las apreciaciones de Barreda sobre la limitación de mandatos.