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Borges y la Nocilla

La Razón
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Si Borges viviera escribiría hoy como Fernández-Mallo, o al menos se desenvolvería en claves estilísticas parecidas. No se puede conservar en el formol de la Academia a uno de los escritores más transgresores de la literatura. El último libro de Fernández-Mallo, «El hacedor (de Borges). Remake» constituye la evolución natural de la lógica borgeana: la apropiación como cuestionamiento de la figura del autor clásico, así como la evidencia manifiesta del tránsito desde la obra al texto. Que la viuda de Borges pretenda retirar de las librerías el último libro del chamán de la «Generación Nocilla», al considerarlo como una falta de respeto y honestidad intelectual, resulta cuanto menos sorprendente y una crítica inconsciente a la metodología literaria empleada por su pareja. Si algo demostró Borges es que el concepto de originalidad había estallado en mil pedazos y que la capacidad del autor se demostraba en su inteligencia para reciclar creativamente.

Teoría de la cita
Si Kodama reacciona así porque Fernández-Mallo haya citado pasajes casi exactos de Borges, ¿qué habría hecho, de haber pasado con una artista como Sherrie Levine, que a finales de los 70, ya reprodujo fotografías de algunos de los grandes de la cultura visual? De concretarse la retirada del mercado de su último libro nos encontraríamos con una dilapidación de toda la teoría posmoderna de la cita y la apropiación, y, por tanto, con la carta de defunción de uno de los ámbitos creativos más fértiles de las últimas décadas. Si le asestamos un golpe como el que aquí se pretende dar estaremos matando toda la cultura contemporánea. Esperemos que el sentido común acabe reinando porque sólo sabemos ir hacia atrás.