Catolicismo

OPINIÓN: Que canten los hombres

La Razón
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Cantad más fuerte, y los de las dos primeras filas que canten conmigo las estrofas», decía el director de cantos. «Los de las dos primeras filas» eran dos cardenales, media docena de arzobispos, incluyendo al nuncio, y una veintena de obispos, que asistían ayer por la mañana al congreso sobre la nueva Biblia oficial de la Conferencia Episcopal. Sin coros ni instrumentos, ellos y otros 700 congresistas cantaron con fuerza. Aunque la música culta puede acercar a Dios a almas sensibles, lo que de verdad fortalece la fe y la comunidad es participar en el canto. Sabemos por Filostorgio que ya en el siglo IV el hereje Arrio difundió su complicada doctrina entre las clases populares porque «compuso cantos para el mar, para el molino y para el camino, y les puso música apropiada». Las iglesias carismáticas son las que más crecen hoy en todo el mundo, en parte porque usan mucha música, de letra bíblica y ritmos sencillos, emocionantes. Las canciones neocatecumenales, por ejemplo, no pasarán a la historia del arte, pero consiguen que canten también los hombres, y no sólo las mujeres. Cantar ayuda a interiorizar la Biblia y hace que la Palabra de Dios resuene con vida. «Os gustará y así participamos todos», dice Kiko Argüello cuando quiere animar a cantar a un invitado nuevo y reticente. Gustar y participar: dos claves de la nueva evangelización.