Sevilla

OPINIÓN: Medio doctrina y mensaje

La Razón
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En Juan José Asenjo tenemos los sevillanos poco amigos de la sevillanía muchas esperanzas por ser un obispo a quien precede sonada fama de incorruptible en cuestiones de fe y una recia honradez de castellano dispuesto a meterle las cabras en el corral a la facción más capillita de su grey, numerosísima y tan tendente a menudo a confundir el contenido de la doctrina con el continente de una imagen. Pero dejemos el inciensario para no incurrir en ninguna odiosa comparación con su antecesor y señalemos que Monseñor yerra cuando insta a los fieles a «no encender la televisión». La mayor derrota propagandística de la Iglesia, casi imbatible en esos terrenos, se la infligió Lutero al adelantarse en el aprovechamiento de la fabulosa arma de persuasión que fue la imprenta. No se trata de quemar libros ni de poner puertas al espacio radioléctrico, sino de presentar batalla en campo abierto. La televisión en España es a menudo infumable y casi siempre ofensiva para con los católicos. Pero es, sobre todo, un excepcional vehículo de transmisión de ideas y de, por ejemplo, la Semana Santa de Sevilla, la reina de la parrilla en la programación local. Pues que intente fundir su mensaje con aquello que es seguido con interés por gran parte de la población. Ese regüeldo prohibicionista (¡apaguen la tele!) es impropio de la proverbial habilidad vaticana.