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Bolivia

El sueño bolivariano de Chávez se desvanece

La crisis y años de desgobierno debilitan al «caudillo» 

El sueño bolivariano de Chávez se desvanece
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Agolpe de decreto, entronizado en su sillón del Palacio de Miraflores, Hugo Chávez Frías, ex golpista confeso y hacedor del discurso bolivariano, a medio camino entre la salmódica verborrea de Fidel Castro y las ocurrencias del genial Cantinflas, ha marcado la agenda política más salsera del panorama iberoamericano. Su trasnochado socialismo del siglo XXI, plagado de salidas de pata de banco y excentricidades, sobrevive en precario tras una década perdida para Venezuela.

Mientras el resto del continente, con Brasil y México a la cabeza, ha logrado la estabilidad política y económica, reducir la pobreza y convertir en atractivos unos mercados «sospechosos» hasta hace unos lustros (cómo olvidar el «corralito» que conmovió Argentina de diciembre de 2001 a diciembre de 2002), Venezuela y sus socios «bolivarianos» se han movido entre asonadas, huelgas constantes (como el paro petrolero que sacudió el segundo Gobierno de Chávez), la brutal polarización de la vida pública y unas políticas de nacionalización y expropiación que sólo les han reportado el descrédito y la repulsa internacional.

Los constantes choques con EE UU y el acercamiento a Cuba convirtieron hasta antes de ayer a Chávez en el Nikita Jrushchov de la agonía revolucionaria cubana. Pero cuando el caudillo bolivariano saboreaba su periodo más álgido, con los sandinistas otra vez en Nicaragua, Morales y su indigenismo instalados en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, llegó el incidente del «¿Por qué no te callas?» con el Rey de España en la cumbre iberoamericana de 2007.

Desde entonces, entre crisis energéticas y dispendios sin sentido, la frágil economía venezolana se ha ido por el desagüe. El punto de inflexión llegó con la crisis hondureña. Tras mucho amenazar, Zelaya se quedó sólo con el único respaldo de Chávez (Brasil se bajó del carro al ver que ningún Gobierno «serio» le secundaba) y el pulso diplomático hizo patente que la expansión del bolivarianismo tocaba a su fin. Sin embargo, a pesar de que la oposición venezolana parece esta vez dispuesta a reconquistar el poder, Chávez no lo pondrá fácil. Ni está acabado ni tiene intención de dejar su trono. Amenaza con ocupar este espacio en 2020. Y hasta ahora ha cumplido.