Historia
Miedo a la calle
Cuando Rodríguez Zapatero le dijo a Mariano Rajoy en el Debate del Estado de la Nación que seguiría yendo «muchos años más a Rodiezmo», ya sabía probablemente que este cinco de septiembre no iba a ir a la clásica fiesta minera del Soma-Ugt en la que, internacional en boca y puño en alto, el presidente daba por finiquitado el descanso estival inaugurando oficialmente el curso político de la mano de sus aliados sindicales. Si, como sugieren algunos, Zetape lo dijo así aun sabiendo que no iría, es que estamos ante un hombre mucho más calculador de lo que imaginamos. Por supuesto más calculador que sincero, dispuesto a sacrificar la realidad por la conveniencia. Lo sabía pero no se atrevió a decirlo, pues era mejor ganarse el aplauso de su tropa parlamentaria que pasar por el amargo trance de tener que reconocer en público que en esta ocasión, dada la política antisocial del Gobierno que preside, dada la deriva económica del país, lo elevado del paro y el recorte a los funcionarios y a las pensiones, conviene esconderse para evitar abucheos incómodos y gritos inconvenientes. Éste parece ser el sino del Ejecutivo y de algunos de sus miembros. Evitar Rodiezmo para que no haya pitos. Salir por la puerta de atrás en los desfiles para que la masa no se te eche encima. Inaugurar el Museo del Ejército en el interior del Alcázar de Toledo en vez de al aire libre de manera que nadie pueda increpar en público a la ministra Carme Chacón. Tal es el miedo a la calle. Tal es el fiasco.
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