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ANÁLISIS: Pakistán como peligro por Manuel COMA

La Razón
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- ¿Es Pakistán el país más peligroso del mundo?
Eso es lo que se viene diciendo desde hace años, intensamente a lo largo de la década del terrorismo yihadista global, desde el 11-S. Posee los ingredientes para ser el país más explosivo del mundo, pero es uno de esos peligros perpetuamente al acecho, que tampoco acaba nunca de materializarse.

- ¿Cuál es la situación actual?
El tema, en todo caso, se ha agravado con el asunto de Ben Laden, que ha dejado en pésima situación sobre todo a los militares, que son los que cuentan, como cómplices o como incompetentes, probablemente un poco de cada. Al Gobierno, siempre débil, lo han puesto entre la espada americana y la pared militar, con la esperanza de que ganen algún terreno a expensas de los armados. EE UU, sin aflojar la presión, ha tratado de tender una mano pacificadora, que los jefes militares, ofendidos, han rechazado, al tiempo que exhibían su opción china, amigo que no hace preguntas y está siempre dispuesto.

- ¿Cuáles son los ingredientes del explosivo?
La madre del cordero es la irreductible rivalidad con India. Eso ha llevado al país a las armas nucleares y ha contribuido a exacerbar el radicalismo islamista de buena parte de su mayoría suní. Es la clave del poder omnímodo de los militares y sus servicios secretos, y de su proclividad a utilizar el terrorismo de organizaciones yihadistas como instrumento. Lo combaten de su lado en la frontera afgana, pero lo toleran del lado opuesto.

- ¿Puede desbordar el peligro?
Absolutamente. El país podría colapsar, pero mientras tanto exporta yihadismo a todo el mundo. Es difícil de contener porque el islam es el único elemento de coherencia nacional. Un triunfo de los talibán afganos supondría un contagio inmediato. Lo temen, pero todavía temen más que EE UU los deje en la estacada. La carta china no haría más que complicar las cosas. Pero Pakistán construye una base naval en el Baluchistán, región rebelde para más inri. Los chinos se deshacen por colaborar.


Manuel Coma