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El Estado del Bienestar hace agua en España porque la crisis de deuda impide que sigamos sosteniéndolo

La Razón
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El gran invento de Europa, el Estado del Bienestar (prestaciones por desempleo, sistema de pensiones, servicio de salud universal, seguridad social, economía mixta…), se está destruyendo.

Ese gran invento cuenta con antecedentes históricos contemporáneos (alemanes, franceses y británicos, además de los precedentes de la Ilustración): las políticas bismarckianas alemanas, «l'État social» francés del Segundo Imperio, las «leyes de pobres» del Reino Unido… Alemanes y franceses tuvieron un papel esencial en las dos grandes guerras del siglo XX y en el nacimiento de lo que, andando el tiempo, llegaría a convertirse en la Unión Europea, que en origen fue un intento de darle la vuelta a la historia de Europa, la aspiración de sustituir los conflictos bélicos entre las potencias del continente por sólidas relaciones comerciales, de cambiar la lucha por el mutuo provecho material que propiciaba la democracia capitalista. La idea del Estado del Bienestar toma cuerpo después de la Segunda Guerra Mundial, fruto del consenso de posguerra en un Reino Unido exhausto. Varios modelos del Estado del Bienestar conviven hoy en Europa: nórdico, anglosajón, continental y mediterráneo (el de Grecia, Italia, Portugal y España). Funcionan mejor el nórdico y el anglosajón, en los que el Estado potencia y estimula el trabajo. Por el contrario, el mediterráneo fomenta y refuerza el desempleo (o sea: que el Estado dedica más fondos a costear los subsidios de desempleo que a financiar la creación de empleo). Eso quizás se traduce en (o es consecuencia de) nuestra actitud ante el trabajo, muy diferente de la que tiene un anglosajón. La ética protestante es laboriosa.

Ejemplo: un adolescente inglés debe superar en el bachillerato asignaturas que le obligan a trabajar, a hacer prácticas como peluquero, lavaplatos, camarero… sin importar que el chico quiera estudiar después Filosofía en Oxford o sea hijo de un vizconde. Un adolescente español por lo general se enfrenta al trabajo –si es que lo hace alguna vez, pues tampoco encontrará muchas oportunidades aunque las busque– casi como si el trabajo fuese una ofensa y una amenaza de explotación para su edad, además de un insulto a su estatus social, sea cual sea éste. En el Reino Unido, la mayoría de los estudiantes hijos de familias «bien» (y no digamos los de familias "mal") trabajan todos los veranos. En España, para la mayoría de los chavales, trabajar los veranos es de pobres o de «pringaos». Cuando era adolescente, fui a vendimiar alguna vez, al final del verano. Un trabajo durísimo, pero siempre he sabido que vendimiando aprendí cosas que no hubiese aprendido esnifando coca en la cubierta de un yate con dieciséis años. Cuando volvía a clase, después de la cosecha, no les contaba nada a mis amigos por temor a ser despreciada o recibir burlas.

El Estado del Bienestar hace agua en España porque la crisis de deuda impide que sigamos sosteniendo un Bienestar al que llegamos los últimos y que estábamos pagando a plazos. España duplica la tasa de paro del resto de Europa… Saquemos las conclusiones nosotros mismos.