Sevilla
Freak War
El pequeño universo cofrade ha vivido su Semana Mayor en pleno otoño. No por el desfile extemporáneo de ninguna hermandad, afición que prolifera últimamente como las setas tras las lluvias, sino porque hubo una marejada, quién sabe si un golpe de estado, en el Consejo, que es como apocopa el capillita sevillano al órgano rector de sus cositas. Don Adolfo podía presumir de ser el único Arenas capaz de gobernar algo en Andalucía pero se ha dejado todo el plumaje en la guerra suscitada a raíz de la polémica elección del pregonero para 2013. Surge el problema de considerar como algo importante, con el paro desbocado y la ruina lampante, elegir qué erudito local va a adornar con sus ripios berreados uno de los cincuenta mil actos sociales que se organizan en la ciudad. Fulano o mengano, la consistencia de las nubes, el sexo de los ángeles… sorprende que sean tan aficionadas a las discusiones bizantinas personas con tanta devoción a los iconos, que adoran a las imágenes con una fe rayana en la idolatría. Por un quítame allá esas pajas, o quizás por unas pajillas de más, el presidente dimitió. Dicen los avisados que de mentira, «como Felipe González en 1979» (cuenta un informadísimo exponente de la prensa morada), pero el vicepresidente le tomó la palabra para aposentar sus nalgas sobre la silla curul, de donde habrán de arrancarlo con espátula y agua hirviendo. La citada fuente: «En la Semana Santa, se libraba una guerra entre las personas normales y los friquis. Los primeros fueron aniquilados hace años».
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