Cuba
Raúl Castro culpa al partido del caos
El dictador cubano arremete en el VI Congreso contra el PCC, al que acusa de entrometerse en el Gobierno. «Se me cae la cara de vergüenza, hay que desterrar el inmovilismo basado en dogmas»
BUENOS AIRES- El congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) se ha convertido en una caza de brujas capitaneada por Raúl, un dinosaurio autoritario que ahora culpa a sus camaradas de las desgracias de la isla. A sus 79 años, el hermano de Fidel se «avergonzó», entre otras cosas, del «inmovilismo fundamentado en dogmas y consignas vacías» y de la intromisión del PCC en la gestión del Gobierno. «Hay que despojar para siempre al partido de todas las funciones no propias de su carácter», advirtió. Del aluvión de críticas no se salvó nadie –a excepción de los Castro y el Ejército–, incluidos los «jóvenes»: «Afrontamos las consecuencias de no contar con una reserva de sustitutos preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas de dirección en el Partido y el Gobierno». Todo ello tras anunciar su intención de limitar a dos mandatos consecutivos (diez años) los altos cargos.
Arropado por sus fieles, el dictador acusó a los burócratas de ralentizar las reformas, pero no entonó el mea culpa o criticó el anterior Gobierno de su hermano Fidel, que durante medio siglo aisló a los cubanos del mundo.
Pero arengas aparte, el plato fuerte de este Congreso son las reformas económicas. Castro expuso una hoja de ruta que, por más que le pese, incluye recetas de la vieja escuela que serán analizadas hoy por los 1.000 delegados asistentes a La Habana. Bajo el principio de que Cuba seguirá siendo un país socialista en el que la planificación primará sobre el mercado, se plantean algunos cambios importantes. En principio fueron 291 propuestas, pero aumentaron a 311, tras un intenso «debate popular» de tres meses.
Entre los principales puntos destacan la negativa del régimen a seguir subsidiando las pérdidas de las empresas. Por tanto, se liquidarán aquellas que no den beneficios. Los salarios se vincularán con los resultados y se prevé la eliminación progresiva de la libreta de abastecimiento, por la que los cubanos acceden a alimentos básicos a bajo precio.
Además, se plantea la unificación de las dos monedas nacionales: el peso nacional y el convertible. La ampliación del pago de impuestos, aplicándose mayores tasas a las rentas más altas, es uno de los temas sensibles. En el capítulo exterior se analizará el fomento de la inversión foránea, el turismo internacional, la industria exportadora del níquel y la biotecnología. Por último, se flexibiliza la compraventa, permuta y alquiler de viviendas.
Analistas locales sostienen que las reformas son positivas, pero aún dejan la mayor parte de la actividad económica en manos de un Estado que ha demostrado su histórica mala gestión. La reforma de la cultura gerencial, tras años de paternalismo, es otro de los desafíos de Raúl Castro para hacer sostenible el sistema.
«No hay margen: o las aguas toman su cauce o nos empujan al precipicio», advirtió el periódico oficial «Granma», para el que buena parte de las 3.700 empresas estatales que gestionan el grueso de la economía no son rentables.
Algo se mueve en la isla, pero no es una revolución con la apertura política en el horizonte sino una metamorfosis lenta con un nuevo lema: capitalismo o muerte.
Los cubanos no confían en los Castro
- Deseo de cambio. Más de tres de cada cuatro cubanos votarían por un cambio político fundamental (78%) si se le diera la oportunidad. Nueve de cada diez ciudadanos (91%) apoyaría un cambio económico. Sólo el 19% dijo haber participado en las reuniones populares para discutir la líneas maestras de la Política Económica y Social.
- Preocupación económica. Más de tres cuartos de la población (85%) reconoce que la economía es el problema principal y predominante en Cuba. Así, el 60% considera que son los bajos salarios y el alto coste de la vida. Un 12%, la carestía de alimentos y un 11%, la dualidad monetaria existente en la isla.
- Incremento del pesimismo. Los cubanos han perdido confianza en la habilidad de su Gobierno para reconocer problemas y necesidades. Mientras que en 2008 el 27% de los ciudadanos sentía que el Gobierno podía resolver el principal problema de Cuba, ahora sólo un 14% cree que podría ocurrir. Además, tres de cada cuatro cubanos (77%) no tiene confianza en que su Gobierno pueda solventar sus problemas.
- Falta de tecnología. Menos de un 5% de los cubanos tiene acceso a internet, mientras que sólo un 23% tiene algún acceso a una cuenta de correo electrónico. Y sólo un 25% tiene acceso al uso de teléfonos móviles. La Habana ya ha criticado esta encuesta, realizada por el Instituto Republicano Internacional a 463 cubanos.
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