Unión Europea

Las elecciones renanas apuntan a un revés para Merkel

Los sondeos no dejan de dar malas noticias a la coalición que gobierna tanto en Berlín como en Düsseldorf, capital renana.

La elecciones del domingo en Renania del Norte-Westfalia apuntan a un doble revés para la coalición de Angela Merkel, fruto del mal arranque de su gobierno y precipitado por la crisis griega, ya que un relevo en el "Land"más poblado de Alemania acarreará la pérdida de la mayoría en la cámara alta, el Bundesrat.

Los sondeos no dejan de dar malas noticias a la alianza integrada por la Unión Cristianodemócrata Alemana (CDU) y el Partido Liberal (FDP), la coalición que gobierna tanto en Berlín como en Düsseldorf, capital renana.

Si hace un mes y medio se pronosticaba que la CDU defendería su posición de primera fuerza pero se vería obligada a buscarse un nuevo socio por la debilidad del FDP, ahora se perfila un empate entre el partido de Merkel y los socialdemócratas, con una levísima ventaja incluso para la actual fuerza en la oposición.

El Partido Socialdemócrata (SPD), que se vio apeado del poder en 2005 en lo que fue su bastión tradicional durante décadas, el llamado "corazón rojo"de Alemania, resucitaría así en el "Land"que, cinco años atrás, puso a Merkel rumbo a la cancillería.

La derrota entonces del SPD precipitó la convocatoria de elecciones anticipadas por parte del canciller Gerhard Schröder, debilitado por sus impopulares reformas estructurales y confiado en que podía derrotar a Merkel, lo que no ocurrió.

Sobre las elecciones renanas confluyen una serie de factores que dan a esos comicios dimensiones que exceden a los efectos sobre el futuro del "Land", con 18 millones de habitantes. Es el primer test ante las urnas para la coalición de Merkel, en permanente disenso desde que se estrenó apenas siete meses atrás.

El teórico socio natural de la CDU, el FDP, persiste en su obsesión por unas rebajas fiscales que las filas de Merkel consideran imprudentes y el vicecanciller y presidente del FDP, Guido Westerwelle, se ha coronado en este tiempo como el ministro de Exteriores más impopular de la historia de la República.

A la mala imagen entre el ciudadano común -un 75 por ciento de los electores está insatisfecho con su trabajo, según el "Politbarometer"de la televisión pública ZDF-, se unió ahora el dramatismo imprimido por la crisis griega a toda la Eurozona.

Dos tercios de los alemanes rechazan el plan de rescate del que Alemania será el mayor contribuyente -con 22.400 millones de euros- y para el que Merkel no logró, pese a su dramático discurso y su llamamiento a la cohesión, ante la cámara baja o Bundestag, el apoyo del SPD.

La aprobación del paquete estaba asegurada, puesto que las filas de Merkel tienen mayoría tanto ahí como en el Bundesrat. Esta situación cambiará a partir del domingo, ya que, si no hay sorpresa, su coalición perderá la mayoría en la cámara de representación territorial, por la que pasa un 70 por ciento de las leyes.

Los sondeos dan para muchas posibilidades de coalición, menos para la única que permitiría a Merkel mantener esa mayoría, es decir, la continuidad de la actual.

Los últimos pronósticos del instituto Forsa apuntan a que entre el SPD y los Verdes sumarían 47 puntos, frente a los 43 de la CDU y el FDP.

De ser así, ninguno de los bloques tradicionales tendría la mayoría y las alternativas más probables van de una coalición CDU y Verdes a un tripartito SPD, Verdes y La Izquierda o una gran coalición, como la que gobernó en Berlín en la primera legislatura de Merkel.

Cualquier avance por parte del SPD, incluida la posibilidad de liderar un gobierno, será un espaldarazo para un partido que ha ido de crisis en crisis desde la derrota de Schröder ante Merkel en 2005.

De concretarse la reconquista del "Land"perdido, la artífice de la victoria sería Hannelore Kraft, hasta hace unos meses una desconocida para el elector común y desde noviembre del año pasado vicepresidenta del SPD e integrante de la cúpula renovada que preside Sigmar Gabriel.

Kraft -apellido que significa "fuerza"- se habría impuesto así al primer ministro titular, Jürgen Rüttgers, que a pesar de gozar de buena reputación entre el electorado habría sido la primera víctima política en Alemania de "contagio"de la crisis griega.