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Las mil caras de las siete islas por Lola Herrera

>> Dónde. En cualquier rincón del archipiélago canario.>> Por qué. Porque las islas, sobre todo las de origen volcánico, le aportan una energía única. 

Las mil caras de las siete islas
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Conoce muy pocas, sin embargo, las islas en general y las Canarias en particular le encantan. «Las islas, sobre todo las volcánicas, te dan una energía distinta. Canarias me aporta todo y sus gentes ponen su granito de arena, porque tienen otro ritmo, son más tranquilos, y eso es una gozada. Eso sí, a pesar de que adoro las islas, no me gustan las de los chistes: un islote perdido en medio de la nada con un cocotero…».
Lola Herrera viaja por lo menos una vez al año al archipiélago canario. Asegura que no se queda con ningún lugar en particular, sino que cada vez que va intenta descubrir rincones nuevos. «Suelo sentarme a contemplar el mar. Si voy a Fuerteventura, en la parte norte veo la isla de Lobos desde una terraza y si llego al sur observo sus impresionantes dunas. Es una belleza única. Estas islas me subyugan. Otro rincón que me fascina por la energía que yo siento en él es Lanzarote, un destino volcánico. Su color pardo y amarronado me atrae mucho, justo lo contrario que La Palma, teñida de color verde. Por gustarme me gustan hasta los vientos de Fuerteventura, aunque la gente que vive allí y los tiene continuamente acaba cansada, pero cuando vas un ratito es una gozada», reconoce la actriz, que no se olvida de Tenerife y Gran Canaria, que a pesar de ser mucho más bulliciosas tienen un gran atractivo para ella.
La actriz casi siempre viaja sola, y es que su trabajo le impide en ocasiones planificar sus escapadas. «Voy sola a muchos sitios porque hacer planes es muy difícil; viajo cuando puedo y en ese momento la gente con la que quiero ir no siempre está disponible…». Para ella hacer la maleta es una odisea. «Meto muchas cosas por si acaso, pero sobre todo lo que llevo son chanclas y túnicas de algodón, pantalones cortos para andar por la playa, chubasquero por si llueve, bañadores, pareos, un gorro para el sol y una crema con mucha protección. En general, cosas muy prácticas», asegura.
No tiene un hotel de referencia, le gusta cambiar, porque tuvo una segunda casa en Galicia durante 22 años y la vendió. «Fue un punto de encuentro para toda la familia donde vivimos momentos muy felices, pero sentía que era un poco esclava de ir siempre al mismo lugar. Ahora tengo la libertad de poder irme donde quiero», relata. En cuanto a la gastronomía canaria, reconoce que para ella no es uno de sus puntos fuertes, ya que «no me gustan los mojos, porque mi cuerpo no los tolera, pero me encanta la forma que tienen de hacer los quesos y las papas, ¡me pongo morada!»

l Saioa Ubillos