País Vasco
Agitadores altivos
El coraje de Antonio Basagoiti define muy bien la situación. Instalados en las instituciones que siempre combatieron, altaneros con suculentos presupuestos, dueños de la calle y señores de la independencia, manejan sus objetivos. Así, no se puede saludar a quienes ni siquiera condenan el terrorismo. Los «batasunos» de Bildu cumplen a la perfección el guión esablecido. Su irrupción en las fiestas veraniegas será una constante triste en el País Vasco. En Vitoria, Guecho o las admiradas Semanas Grandes de Bilbao y San Sebastián, no cejarán en su empeño. Proclamas a favor de los presos y la principal exigencia: una única candidatura soberanista que llegue hasta el Congreso de los Diputados en pro del Estado vasco, tradicional reclamación de ETA. ¿Quién evitará semejante dislate? Dice ahora el ministro Jauregui que si Bildu no cumple la Ley podrá actuarse contra ellos. Habría sido bueno pensarlo antes de facilitarles el camino, bajo una deleznable sentencia del Tribunal Constitucional. Resulta repudiable ver a Martín Garitano, con su rostro altanero, bastón de mando en mano, despreciar la más pura tradición en memoria de San Ignacio de Loyola. Hacer oídos sordos a la conciliación que egrimió el obispo Munilla en el hermoso templo de Azpeitia. Bildu hace lo previsto. Nunca tuvo Batasuna tanto poder legal sin atenerse a las leyes. Se les ha dado una oportunidad de oro, pero como bien dice el PP, ahí están los jueces y la Fiscalia para actuar. Mientras nadie lo haga, los activistas de Bildu irrumpen en festejos y «chupinazos». Son lo que son: agitadores altivos, sin temor a ningún freno.
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