Constitución

El Congreso prohíbe manga corta tirantes y bermudas en la Cámara

Atención, si usted es diputado, funcionario, personal eventual, asistente o simplemente un ciudadano que quiere visitar el Congreso de los Diputados, tendrá que cumplir en adelante con unas normas que la Cámara Baja cree imprescindibles para velar por el «mínimo decoro exigible».

La Razón
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Así, durante las sesiones plenarias, deberá llevar pantalón largo o falda porque si se le ocurre acudir al Palacio con bermudas, tirantes o camisas de manga corta, le impedirán la entrada. ¿Quién? No se sabe. Pero todo indica que la Mesa dará instrucciones al personal de la Casa para que amablemente reprenda a todo aquel que no va convenientemente vestido. La decisión promete polémica, pues ya hay funcionarios que advierten de que ellos no son «guardianes» de nadie y que, entre sus funciones, no está el estilismo que pretende la Presidencia ni la función de policía para pedir el abandono del recinto.

El criterio ha sido fijado por la Secretaría General de la Cámara Baja, que ayer hizo pública una circular sobre la forma en que han de ir vestidos tanto los habituales de las dependencias parlamentarias como los visitantes. La decisión se adoptó después de que la Mesa pidiera al secretario general el pasado 21 de junio que resolviese sobre estos criterios que serán de obligado cumplimiento. El primero de ellos es que el acceso y la estancia en los edificios del Congreso de los Diputados debe hacerse «con la vestimenta adecuada al decoro exigible», pero no se especifica más ni qué se entiende por decoro. Si se trata, además, de entrar en las tribunas públicas de la Cámara, las exigencias son más concretas, de forma que no podrán acceder a ellas quienes no lleven pantalón largo o falda y, en el caso de los hombres, los que vayan con camisa sin mangas o camiseta de tirantes.

La Secretaría General justifica estas medidas por la «experiencia acumulada en los últimos tiempos» en relación con la vestimenta adecuada para acceder a las dependencias de la Cámara Baja. Una experiencia que, prosigue el texto, aconseja estos criterios «mínimos pero claros», con los que se puede «compatibilizar» la imagen propia que quiera tener cada ciudadano con «el respeto a la dignidad y el decoro de la Cámara», como así ocurre «en múltiples instituciones públicas o privadas».