Bruselas
El enemigo está en el norte
Alemania, Holanda y Finlandia frenan al BCE
BRUSELAS- Con la prima disparada en los 600 puntos básicos y tipos de interés del 7%, la hacienda española se desangra a pasos de gigante. Ni siquiera la expectativa de ver llegar de Bruselas 100.000 millones para refinanciar la banca sirve para calmar los ánimos de los mercados. En esas circunstancias, cuando todos los esfuerzos caen en saco roto, el único capaz de hacer algo por España es el BCE. Sin embargo, la entidad emisora, que cuenta en sus arcas con 211.500 millones de euros de deuda soberana de los países de la zona del euro, lleva ya dieciocho semanas consecutivas sin comprar deuda, impasible ante la rentabilidad asfixiante del bono español.
En principio, el Tesoro tiene recursos para hacer frente a los vencimientos de deuda de julio y agosto, pero cada vez con menor margen de maniobra. En junio, su remanente cayó un 28%, hasta los 28.901 millones. El Tesoro tiene previsto realizar una nueva emisión de letras a 3 y 6 meses el martes. Además, el organismo, tal y como ha hecho en años anteriores, no convocará la subasta de bonos y obligaciones del 16 de agosto, alejando cierto peligro. No obstante, sí celebrará las subastas de bonos y obligaciones del 2 de agosto, así como las subastas de letras del Tesoro del 21 y 28 de agosto.
«Sólo nos queda el BCE… o el BCE», afirmaba esta semana una alta fuente diplomática al ser preguntada sobre qué puede ocurrir durante el mes de agosto.
En esa tesitura, descifrar las palabras del presidente de la entidad emisora, Mario Draghi, se ha convertido en una tarea titánica, toda vez que en el mismo discurso asegura que hará «todo lo posible» para mantener la estabilidad financiera de la zona euro y a la vez asegura que el BCE no está para intervenir en los mercados y sostener la deuda de los países en apuros.
Por el momento, el BCE se mantiene en su política de inyectar liquidez, después de haber anunciado una bajada de tipos de interés histórica –del 1 al 0,75 %– el 11 de julio y haber dejado en el cero el interés que paga a los bancos por los depósitos a un día. Todo para que el dinero fluya y llegue a empresas y consumidores, algo que en España ahora es una quimera. Por tanto, todos esperan, y sobre todo países en riesgo como España e Italia, que el BCE anuncie la reactivación del programa de compra de deuda soberana, lo que cuenta con reticencias reales de países como Alemania, Países Bajos o Finlandia.
Los gobiernos de estos países son los mismos que han puesto trabas a la concesión de la ayuda financiera para la banca española, ante el temor de que el Gobierno español pudiera relajar su política de reformas y recortes. «Es normal. Todo el mundo quiere tener garantizado el dinero que presta», señalan fuentes diplomáticas.
Pero los expertos son los primeros en no coincidir sobre el dictamen. Algunos creen que los niveles alcanzados por España suponen un punto de no retorno, como lo fueron para otros países hoy bajo programa como Portugal, Grecia e Irlanda. Sin embargo, otros analistas creen que España puede aguantar todavía cierto tiempo, probablemente hasta el mes de octubre, el nivel de tensiones actuales de la rentabilidad y la prima de riesgo, pero podría llegar el momento en el que no pueda financiarse en los mercados y, entonces, el BCE será la única bala en la recámara, ante la evidencia de que un rescate total a España rondaría los 450.000 millones de euros, una cifra límite para el futuro Mecanismo Europeo de Estabilidad y, sobre todo, muy difícil de obtener al requerir la unanimidad de los estados miembros.
El hecho de que Europa no haya resuelto todavía el asunto de la recapitalización directa de la banca y que el préstamo del Eurogrupo se contabilice como deuda soberana tampoco ayuda a un panorama que no parece encontrar salida óptima.