
España
Salvar el euro o el abismo por Jorge Valero
Con los inversores huyendo de la eurozona, los jefes de Estado y de Gobierno europeos esperan convencer a Merkel de que respalde el rescate del BCE

El próximo día 9, los dirigentes europeos cruzarán los dedos para intentar por tercera vez atajar esta crisis del euro, porque con una presión de los inversores que crece de manera exponencial, y España e Italia en zona de rescate, ya no le quedan balas en la recámara. Probaron suerte el pasado julio, cuando el problema era, ante todo, la insostenibilidad de la economía griega. Pero la falta de ambición en la quita sobre su deuda, limitada a un insuficiente 21%, y las dificultades surgidas en la mejora del fondo de rescate europeo más bien aumentaron la desconfianza hasta traer una tormenta financiera durante el verano que descargó de lleno sobre Italia y España. Con el desafío de tener que proteger a la tercera y cuarta economía del euro, cuya caída provocaría seguramente el fin de la moneda común, el pasado 26 de octubre la eurozona volvió sobre la tragedia de Grecia, forzando a la banca a aceptar una condonación de hasta el 50% de su deuda para terminar finalmente con este foco de inestabilidad. Para blindar a los socios en peligro, Alemania convenció al resto de los europeos para que no se usaran los recursos ilimitados del Banco Central Europeo. En su lugar, se recurrió a la ingeniería financiera para aumentar la capacidad del fondo de rescate a través de una extensión de garantías parciales y la captación de fondos en el extranjero.
La complejidad de esta barroca solución, que pecó de optimista al pensar que podría multiplicar los recursos del fondo hasta superar el billón de euros para proteger definitivamente a la eurozona, probó esta semana ser lenta e insuficiente para una crisis que se ha descontrolado en los últimos días hasta salpicar a todos los países del euro sin excepción.
El próximo viernes los líderes intentarán convencer a Merkel para que finalmente dé su brazo a torcer y permita que el poderoso BCE intervenga comprando deuda soberana, como ha hecho la Reserva Federal estadounidense o el Banco de Inglaterra, para terminar con la presión de los mercados. A cambio, la canciller alemana llegará con un «nuevo pacto fiscal» para la UE, su único camino para salir de la crisis, y que ultima estos días con el que ha sido su corista durante todos estos meses, el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Merkel no está dispuesta a permitir que el eurobanco extienda un cheque en blanco a las economías en apuros si no hay un compromiso de los países, empezando por Italia y España, con el cumplimiento de los ajustes fiscales. Y para blindar este sagrado matrimonio con la austeridad, quiere poner negro sobre blanco en los tratados sus nuevas férreas directrices de disciplina presupuestaria, con sanciones más duras e incluso judicializando la política económica al proponer castigos ante el Tribunal de Luxemburgo.
Merkel no quiere renunciar a la presión de los mercados hasta el último minuto, porque ha sido su mejor aliada para tener a todos a bordo de su «Unión de la estabilidad». Pero ahora que el barranco está a escasos metros, en cuyo fondo espera una segunda recesión e incluso la desintegración del euro, los líderes esperan que gire la locomotora y deje que el Banco Central Europeo devuelva el tren a la estación.
EL PLAN «MERKOZY»
La propuesta que llevará el directorio franco-alemán, apodado como «Merkozy»; al Consejo Europeo y que será ultimada en la reunión de mañana entre ambos líderes consta de tres patas:
- Coordinación fiscal para armonizar las políticas impositivas de los estados miembros.
- Coordinación presupuestaria para controlar el gasto público.
- Coordinación económica. Una moneda, una política.
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