Europa

Bruselas

Sin rencor a los «tories» rebeldes

David Cameron es más consciente que nunca de que tiene un problema. El varapalo sufrido el lunes por la noche por la rebelión de 81 diputados de sus propias filas –que votaron a favor de un referéndum sobre la Unión Europea– sólo le ha servido de advertencia. Si no toma cartas sobre el asunto, el partido ha prometido más revueltas

David Cameron es más consciente que nunca de que tiene un problema. El varapalo sufrido el lunes por la noche por la rebelión de 81 diputados de sus propias filas –que votaron a favor de un referéndum sobre la Unión Europea– sólo le ha servido de adve
David Cameron es más consciente que nunca de que tiene un problema. El varapalo sufrido el lunes por la noche por la rebelión de 81 diputados de sus propias filas –que votaron a favor de un referéndum sobre la Unión Europea– sólo le ha servido de advelarazon

LONDRES- La amenaza se podría tomar cómo un signo de unión en la formación contra su líder, pero no es el caso. Los «tories» están más divididos que nunca por una cuestión de confianza. Cameron ha reiterado que está en sus planes «recuperar poderes» que han sido transferidos a Bruselas, pero el asunto ahora está en que hay diputados que le creen y otros que no. Está claro que el «premier» quiere una «reforma fundamental», pero hasta que no explique lo que eso significa, cómo va a hacerlo y sobre todo cuándo va a dar el paso el camino que le queda por delante es duro y rocoso. Además, existe otro inconveniente: los socios de coalición. Uno de los acuerdos de gobierno entre conservadores y liberal demócratas fue el «evaluar el balance de competencias» con respecto a la UE. Los de Nick Clegg quieren liderar Europa, no abandonarla.

Piden interferir menos en agricultura y pesca, y mucho menos en aquellas materias que afectan a los servicios de los ciudadanos en cada uno de los países. Pero los de Cameron no se conforman con eso. Y parece que los ciudadanos tampoco. Una encuesta publicada ayer por el diario «The Guardian» –nada sospechosos de ser precisamente euroescéptico– señaló que un 70% de los británicos están a favor de la consulta popular sobre las relaciones entre Londres y Bruselas, en la que un 49% se pronunciaría a favor de que su país abandonara Europa frente a un 40% que optaría por la permanencia. El definitiva, el panorama no es nada alentador para el «premier». Tiene difícil resolver la papeleta sin romper su amistad con Sarkozy y Merkel, pero sabe que si no actúa rápido su liderazgo está en juego. Ha sufrido la rebelión más devastadora para un primer ministro en cuestión europea y a nadie se le escapa que está gobernando en coalición porque el año pasado no alcanzó la mayoría absoluta.

De momento, lo que hizo ayer, fue intentar tranquilizar los ánimos. A pesar de que antes de la votación amenazó a los rebeldes con no llamar a su puerta si no acataban sus órdenes. Ayer cambió el tono. Dijo no estar «resentido» por la votación y admitió que entendía por qué algunos de sus compañeros decidieron respaldar una moción que, aunque finalmente no salió adelante, solicitaba la convocatoria en mayo de 2013 de la consulta. «Europa es un asunto difícil para mi partido», dijo el «premier».