Sevilla

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La Razón
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La visita del heredero británico sigue dando para muchos comentarios. En su estancia en Sevilla, la duquesa de Cornualles, a pesar de la apretadísima agenda –que podría titularse «Cómo conocer Sevilla en cinco horas y no perecer en el intento»–, encontró tiempo para comprar trajes de gitanas con zapatos, mantoncillos y todos los complementos necesarios. Igualmente adquirió varios trajes cortos con sus correspondientes botos. Camila es abuela y ejerce como tal. Esto tan denostado, sobre todo en otras autonomías, del trajecito de flamenca, al que enseguida tachan de rancio, de imagen trasnochada de España, del peor folclore… al resto del mundo, y sobre todo para los que nos visitan, que sabemos que son más de 40 millones de personas, les parece algo encantador y que al comprar algún artículo de este estilo se llevan la mejor imagen, no sólo de Andalucía, de toda España. Entre esos visitantes, una futura reina de Inglaterra, que aquí ha ejercido de abuela amantísima. Los modernos, los abanderados de las nuevas tendencias, de las vanguardias del progreso, indudablemente abominan de un volante y enferman con una mantilla. Su estandarte son las «setas», que es la Sevilla en la que aspiran a vivir. La Giralda debiera estar demolida, a pesar de que por muy cañí que les parezca, esta torre es un logotipo a nivel mundial de la ciudad y del país. Me pregunto yo: ¿durarán las «setas» en plena vigencia y haciendo colas para visitarlas los ochos siglos de la Giralda, o cuando pasen algunos años las veremos como tantas cosa modernas que se han quedado verdaderamente horrorosas? Sin contar que con unos simples ladrillos y argamasa ahí sigue. Las maderitas por muy germanas que sean, ¿no tendrán una pronta caducidad?