Nueva York

Yucatán sueños de novela

Yucatán, sueños de novela
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El otro día en la ceremonia de clausura de Los Óscar los niños del coro Public Public School 22, de Staten Island (Nueva York) cantaron «Somewhere Over the Rainbow». Entonces me acordé de que siempre tengo un sueño pendiente. Todos tenemos sueños por realizar. Así que más allá del arcoiris como recordaba Judy Garland también está el mío. Siempre quise ganar el premio Planeta y para que se mantenga el sueño no debo conseguirlo. La familia de Fernando Pinedo y Blanca Texidor, mis amigos del alma, y la nuestra hemos compartido veranos y navidades por tierra, mar y aire. Éramos un pequeño ejército y un día en la península del Yucatán, en frente de Isla Mujeres, tuve la sensación de que encontré la historia precisa para disponer del material necesario para ganar cualquier premio de novela, incluso, por qué no, el Planeta.

Encontré un librito arrugado y zarrapastroso en el suelo posterior de una estantería. Amarillento y con mugre lo desempolvé y descubrí una leyenda. Se trataba de una gran dama, hermosa y posiblemente la más bella que había llegado a Mérida desde España. Llegó al Yucatán con la corte del marqués de Santo Floro. Enseguida causó sensación y no faltaron las fiestas y los bailes en la casa del Gobernador... Fue una estancia maravillosa porque investigué en la zona toda la historia de Beatriz de Soto. Así que mis vacaciones transcurrieron entre los mayas y el siglo XVII. Nunca pensé que cerca de Cancún iba a encontrar una historia que me tuvo más a la sombra que al sol. Ése ha sido mi viaje preferido. Porque de aquella habitación del Iberostar de mi amigo Miguel Fluxá tengo el recuerdo infinito de una leyenda que ganará un premio. Seguro.