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En las entrañas de la universidad

Las editoriales recuperan los grandes clásicos de las novelas centradas en campus universitarios

En las entrañas de la universidad
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BARCELONA– Una universidad parece un lugar serio, donde gente inteligente enseña cosas inteligentes a otra gente también inteligente. Hasta aquí, todo perfecto, todo muy inteligente, si no fuera porque en este sencillo esquema siempre se mezcla un ingrediente tan insospechado como devastador, las debilidades y miserias humanas. La mezcla convierte la inteligencia en patetismo. La sublime y elitista universidad, lugar de templanza y sabiduría, casa madre de la ambición y el futuro, se convierte en un carrusel lleno de fanfarria, falsedad y estupidez. Sí, los profesores pueden ser muy inteligentes y los alumnos más inteligentes aún, pero como hombres civilizados sólo son monos con corbata. No hay engaño posible y actúan como tales. Por suerte, precisamente en su debilidad, está su dignidad, y con esta falsa imagen de grandeza, la universidad se convierte en uno de los mejores escenarios para la novela moderna.

Las editoriales han recuperado en los últimos tiempos los grandes clásicos del género, que como tal se estableció en los años 50 y que desde entonces no ha dejado de crecer. Las llamadas «novelas de campus» radiografían la vida de una serie de personajes en crisis dentro de un contexto universitario. A veces es de forma satírica, como David Lodge o Tom Sharpe, a veces seria y desesperada como John Williams, otras existencial y rabiosa como Coetzee o Roth, incluso las hay negras y de misterio como Dorothy L. Sayers. En cualquier caso, todas son estupendas.

Maestros del humor
La gran obra maestra del género con toques de humor es «Lucky Jim» (Destino), de Kingley Amis. Aquí el protagonista es un joven profesor medievalista que en su primer año en la universidad no sabe si continuará el siguiente y tiene que hacer la pelota al jefe de su departamento para ganar puntos. Entre medio, tendrá que buscar alumnos para sus clases, se enamorará de la novia del hijo de su jefe, se emborrachará en medio de su conferencia sobre la Inglaterra medieval y pondrá el campus del revés y aún así se saldrá con la suya, porque es un hombre con suerte. En realidad, la novela es una comedia romántica llena de ingenio y con personajes llenos de encanto, como el afortunado Jim Dixon del título.

La sátira también es uno de los ejes de «Los últimos hechizos», (Lumen), de Robert Lidell. Aquí el protagonista es el propio campus y los personajes que circulan alrededor. La novela arranca con la definición de seis tipos diferentes de chismosos, y cómo todos ellos pululan siempre por los alrededores de una universidad. Claro ejemplo de obra que quiere desacralizar una institución erróneamente reverenciada como la universidad, demuestra que los intelectuales y gente de libros son tanto o más cotillas y perversos que los periodistas del corazón.

Uno de los últimos ejemplos satíricos del género es «Sobre la belleza», (Salamandre), de Zadie Smith, aunque no logra la altura cómica de gente como Tom Sharp y su «Zafararncho en Cambridge» (Anagrama), Tom Wolfe y «Yo soy Charlotte Simmons», (Ediciones B), que descubre que la universidad va más de sexo y alcohol que de libros y cultura, o la desternillante trilogía de David Lodge, que ha publicado Anagrama.

Crisis existencial
Aunque no todo es sátira. Gente como Philp Roth con «La mancha humana» o J. M. Coetzee con «Desgracia» han narrado con maestría la crisis vital del profesor universitario, aunque la gran novela sobre la mediocridad y el patetismo del profesor es «Stoner»,(Baile del Sol). Como si una versión moderna de «Jude, el oscuro» de Thomas Hardy, se tratara, seguimos paso a paso la triste vida de William Stoner, desde la granja de sus padres hasta su paso por la universidad y su conversión en maestro. Una vida sin grandes alegrías, con una mujer con una gran habilidad para hacerle desgraciado, una rivalidad académica que le arruinará su única posibilidad de ser feliz y una muerte silenciosa y triste, sin redención posible. «Sólo los fracasados e inútiles se esconden en la universidad. Esa es su verdadera utilidad», llega a decir uno de los personajes.

Dentro del largo etcétera del género está su versión detectivesca con «Los secretos de Oxford», (Lumen), de Dorothy L. Sayers o «Los crímenes de Oxford», (Destino), de Guillermo Martínez. También hay aproximaciones contraculturales como «Hundidos en el paraíso» (Aleph), de Richard Fariña, un gran viaje picaresco que siempre empieza y acaba en la universidad. Además, habría que añadir clásicos como «Plin», de Navokov, locuras como «Las reglas de atracción», de Bret Easton Ellis, fábulas posmodernas como «Gilles Goat-Boy», de John Barth o la última novela, todavía no traducida de Jeffrey Eugenides, «The marriage plot».


«Los últimos hechizos»
Robert Lidell
lumen
303 páginas, 18,60 euros.

«Hundido hasta el cielo»
Richard Fariña
Aleph editores
392 páginas, 20,80 euros.

«Stoner»
John Williams
baile del sol
228 páginas, 15,60 euros..