Grecia

Primer test para Merkel bajo las sombras griegas

Una derrota en Renania del Norte-Westfalia, el «land» más poblado de Alemania, la dejaría sin mayoría en el Senado. La actual coalición en el Gobierno libra una cita electoral decisiva en medio de la crisis que sacude la eurozona.

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La crisis griega le puede salir cara a Angela Merkel. Y no sólo porque, finalmente, la canciller alemana ha aceptado participar en el rescate financiero de Grecia con un préstamo de 22.400 millones de euros. Los sondeos prevén que la coalición formada por democristianos (CDU) y liberales (FDP) perderá las elecciones que se celebran hoy en Renania del Norte-Westfalia, el estado federado más industrializado y poblado de Alemania.Según una encuesta de la empresa demoscópica Forsa para la revista «Stern», una eventual coalición entre socialdemócratas (SPD) y Verdes sumaría el 47% de los votos, cuatro puntos más que la alianza CDU-FDP, que gobierna el país. Además no se descarta que «La Izquierda» –formada por ex comunistas y socialdemócratas disidentes– sume sus fuerzas al Gobierno «rojiverde» si es que logra entrar en el Parlamento regional. Un cambio de Gobierno en Dusseldorf tendría también importantes consecuencias para Merkel, que perdería su mayoría en el «Bundesrat» (Senado), que reúne a los representantes de los 16 estados federados. Ahora, CDU y FDP cuentan con 37 de los 69 senadores de la Cámara Alta. Pero, si la izquierda se apodera de los seis escaños de este «land», la canciller se verá obligada a pactar con la oposición la bajada de impuestos, la reforma de las pensiones o la política energética.Estos comicios se han convertido en el primer examen electoral para Merkel tras las elecciones de septiembre, que le permitieron sustituir como socios de Gobierno a los incómodos socialdemócratas por sus aliados naturales, los liberales. Sin embargo, este matrimonio no está resultando tan ideal como se podía pensar. El FDP no deja de presionar a los democristianos para aprobar una bajada de impuestos que, según la canciller, puede poner en peligro los objetivos de déficit. Además, la crisis financiera griega ha mostrado a una Merkel más preocupada por los intereses electorales a corto plazo que por la estabilidad del euro. Consciente de que la mayoría de los alemanes se opone a pagar los platos rotos griegos, la canciller se ha resistido hasta el último momento a contribuir al plan de rescate europeo. El líder de la oposición, el socialdemócrata Fran-Walter Steinmeier, se lo ha echado en cara asegurando que ningún gobierno democrático «ha dañado en tan poco tiempo la reputación y la confianza de Alemania». En opinión de Nils Diederich, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Libre de Berlín, «la gran decepción es que todo el mundo confiaba en la habilidad negociadora de Merkel, pero ahora existe el consenso de que fue una gran moderadora, pero no tiene el liderazgo adecuado a la hora de la verdad». Esta actitud errática ha dañado la imagen de Merkel, cuya popularidad ha caído hasta el 48%. La misma encuesta muestra que sólo un 41% de los alemanes aprueba la gestión que el Gobierno ha hecho de la crisis. Las cosas pintan aún peor para su socio de coalición, Guido Westerwelle, que se ha convertido en el ministro de Exteriores más impopular de la historia de la República Federal. La intención de voto de los liberales ha bajado siete puntos en seis meses. Cuando en 2005 los socialdemócratas perdieron su feudo de Renania del Norte, Gerhard Schröeder convocó las elecciones anticipadas que dieron el poder a Merkel. Aunque ahora no se vislumbran consecuencias tan drásticas, la «canciller de hierro» tal vez tenga que recurrir otra vez a partir de hoy a sus grandes dotes negociadoras.