Obama entre la espada y la pared

De esta forma, el presidente de EE UU alzó la voz contra Irán. Pero tuvo que callar en el caso de Egipto, gran amigo de conveniencia en la zona. Y ahora el guión se repite con Bahréin, donde sus ciudadanos reclaman derechos básicos. En cambio, Washington mide sus movimientos al milímetro. Allí se encuentra su base de operaciones de la V Flota de la Marina.

En una conversación telefónica, el jefe del Pentágono, Robert Gates, «discutió la actual situación de seguridad con el subcomandante supremo del Ejército de Bahréin», admitió ayer el secretario de Prensa del Departamento de Defensa, Geoff Morrell, en un comunicado. Mientras, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, explicó también que había expresado a su homólogo en Bahréin «la necesidad del cese de la violencia contra la población. Es muy importante que mañana [por hoy] puedan rezar y acudir a los funerales en paz», destacó la jefa de la diplomacia de EE UU.

La misión de la V Flota incluye prestar apoyo aéreo en la guerra de Afganistán, ayudar en la lucha contra los piratas en el Golfo de Adén y participar en los ejercicios regionales con los aliados.
Supervisa alrededor de 7.5 millones de kilómetros cuadrados de aguas que llegan a 20 países a lo largo del Golfo Pérsico, el mar Rojo, el golfo de Omán y parte del océano Índico. La zona incluye el estrecho de Hormuz, el Canal de Suez y el estrecho de Bab el Mandeb, en la punta sur de Yemen, todos pasos estratégicos para el negocio de carga internacional.

Esta base es el hogar de 4.800 militares, a los que acompañan sus familias. También hay otros 1.300 civiles. Y es el punto de referencia de decenas de miles de marineros desplegados en la región en embarcaciones de la Guardia Costera, destructores de la Marina y los portaaviones Enterprise y Carl Vinson.